Alan Simpson
- La Voz
Alan Simpson murió en Mojácar el domingo 6 de febrero después de una caída fortuita. Alan, conocido por igual entre los mojaqueros y extranjeros por su sobrenombre ‘Alan One Wine’: el hombre que tomaba un vasito de vino en cada bar en su diario deambular por las calles del pueblo de Mojácar. Llegó por primera vez a estas tierras mojaqueras en 1968, camino a Inglaterra desde su guarida en Azila, en la costa atlántica de Marruecos. Los pocos forasteros de entonces estaban congregados en la plaza de Mojácar, tomando el sol y no menos brandis. Ambas cosas estaban igual de baratas y agradables. Para Alan el viaje a su país terminó aquel día. Nació en Inglaterra en 1930 y tuvo la fortuna de sobrevivir a una bomba alemana que cayó sobre su casa en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, sufriendo la deshonra de ser sometido al examen de sus heridas por el médico, mientras permanecía, asustado y desnudo, tendido sobre un piano bajo la nieve. Comandante en la Guerra de Corea, ganó una medalla por salvar a una tropa de un campo de minas. Después de la contienda siguió en el Oriente, en Malasia (durante su guerra por la independencia). Viajó como explorador en Nueva Guinea, en una canoa de madera en compañía de unos cazadores de cabezas, durmiendo bajo las estrellas junto a los fardos de los "trofeos humanos" de sus compañeros de viaje. Más tarde, determinado a no volver a su país natal, viajó por el África tribal y el Sáhara -donde conoció a Wilfred Thessiger (muchos años después, Manu Leguineche escribió un libro sobre el destacado explorador, pero no antes de consultar unos apuntes con Alan)- antes de encontrar trabajo en África Occidental. Allí comandó una tropa de seguridad de 650 hombres en Sierra Leona para proteger los campos de diamantes, que luego fueron la razón por la guerra civil que duró veinte años en aquel sufrido país. En Ghana llegó a ser jefe de policía y, después, minero de oro, plata y estaño. Estuvo en Zanzíbar en una revolución y vivió en Marruecos, antes de inclinarse por lugares menos peligrosos. Tras vivir alternativamente durante años entre Marruecos y Mojácar, finalmente eligió su residencia definitiva en esta última localidad en 1990 y, desde entonces, ha sido siempre apreciado por todos sus convecinos, que, por su afabilidad, discreción y cortesía lo han considerado un verdadero ‘gentleman’. Hace unos años, escribió un libro, Naked in the snow (Desnudo bajo la nieve), en el que recogió todas sus anécdotas y vivencias por el mundo, terminando con algunos capítulos sobre esta población almeriense. Ahora descansa en el cementerio de Mojácar junto a muchos amigos lugareños y "expatriados" que, desde hace casi medio siglo, eligieron esta tierra para vivir para siempre. Goodbye, Alan. One wine for you.
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