Cientos de vecinos llegados de toda la diócesis quisieron acompañar ayer al vicario general, Tomás Cano, y a su familia en el funeral de su madre, Julia Rodrigo Viúdez, que falleció el día anterior, 22 de febrero, en Antas. Allí ha estado siempre la casa familiar y la localidad entera se volcó para mostrar el cariño hacia una mujer que desbordó amor. Sobre todo, amor hacia su familia, de la que se mostraba siempre muy orgullosa y a la que dio ejemplo de servicio, entrega y generosidad.
A su hijo lo llamaba “mi cura” y así lo recordó el vicario al terminar la emotiva eucaristía que concelebró junto al Obispo, Adolfo González Montes, y el párroco de Antas. “Ha venido mi cura”, decía cuando iba a visitarla. Con él, Julia demostró su generosidad de madre. Por eso, ayer, el vicario expresaba lo que muchos de los vecinos le habían transmitido: “Qué no le va a dar Dios, si ella le entregó un hijo”.
Tomás Cano pidió a los presentes que no tuvieran miedo a “ser generosos con Dios porque Él lo devolverá como se lo devolvió a mi madre; sed generosos cuando un hijo os diga que quiere entregar su vida a Dios” con el ejemplo de Julia.
Durante la celebración, invitó el Obispo, Adolfo González Montes, a vivir los duros momentos con la esperanza del cristiano que sabe “que detrás nos espera la patria definitiva”. El prelado habló en su homilía de cómo “la fe, la esperanza y el amor fundamentan una convicción radical que da sentido a cada cosa, la convicción de que Dios es Padre y de que en la vida y en la muerte somos Hijos de Dios en Cristo”. Por ello, insistió en que las tres virtudes teologales son las que “distinguen al cristiano y las que practicó nuestra hermana Julia”.
El párroco, Bernardo Ávila, resaltó por su parte la esperanza que se vio “en esta hermosa celebración” en la que la presencia del Obispo fue “aliento para la familia de Julia y para la parroquia”.
González Montes también agradeció, como hace Cristo en el Evangelio, que esta sabiduría “se haya revelado a la gente sencilla” ya que es convicción “de un corazón abierto”. Así fue el corazón de Julia Rodrigo y por ello transmitió con su ejemplo la entrega del amor. A su familia, a su esposo Francisco, a sus hijos Tomás y Paqui, a su hijo político Tomás, y a su nieto, también Tomás, pero también a quienes tuvieron la suerte de conocerla: “Agradecemos la presencia de todos sus nietos, ya que no sólo tenía uno”, como expresó el vicario.
Con esos ‘nietos’ y en la parroquia donde se celebró el funeral, la de Santa María de la Cabeza de Antas, transmitió su fe Julia Rodrigo como catequista y allí descansaba su oración a la Milagrosa, a quien pedía precisamente “cabeza” para su familia. Y a la Virgen del Saliente, le encomendaba el poder educar a todos ellos con amor. Pero no acaba aquí su devoción. Julia guardaba en su mesita de noche una imagen de cada una de las advocaciones de la Virgen que han acompañado la labor pastoral de su hijo como patronas de las localidades donde él ha vivido. Y llegados precisamente de esas localidades, numerosos vecinos de la provincia quisieron acompañar al vicario ayer. Estuvieron fieles de Albanchez, Dalías, El Ejido, Albox o El Alquián. También estuvieron gran parte de los sacerdotes diocesanos, los vicarios y un grupo de religiosas.
El vicario agradeció la presencia de todos ellos, de la misma forma que agradeció haber tenido una madre y una familia como la que tiene. “Me quedo con su sonrisa, con su cercanía y con su fe”, manifestó.