Querido Juan García, cuánto te vamos a echar de menos, resulta casi imposible pensar que hace veinte días estabas como siempre, lleno de salud y tu sonrisa siempre a flor de piel y lleno de felicidad con tus dos hijos ya colocados tan bien y tu mujer y tu coche recién comprado, no te faltaba de nada.
Y de amigos, qué decirte, el desfile incesante, sin parar, de toda clase, incluidos tus compañeros militares, los del coto y todo Benahadux y Pechina hemos estado en lo que no ha tenido remedio.
Nos quedamos con tu trato de hombre BUENO y recordaremos los riquísimos arroces que nos hacías en el cortijo, porque todo lo que salía de tus manos ya estaba bendecido y así te vamos a recordar.
La fórmula que tú nos dejas: “El valor de la amistad”.