Siempre de pie. Pepe Luque ha ido por la vida con la cabeza bien alta y ningún árbitro que haya pasado por Santo Domingo puede tener queja de este corazón celeste.
Tuve el enorme placer de conocerle en sus inicios y en su final. Siempre entero, seguro, cariñoso, profesional, respetuoso.
Pasé un año inolvidable a su lado siguiendo al Poli por los campos de Segunda B y jamás faltó a la eterna pregunta: “¿Que tal el viaje Tony?, cuidado con la carretera”. Me daba las alineaciones, una botella de agua para radiar, y algo que no tiene precio: su amistad. Vivimos viajes en avión y en barco, a Melilla, y hasta un descenso a Tercera en Guadix, donde Pepe lloraba por dentro y daba la talla por fuera. Era una bella persona. La puerta donde llamar en caso de ayuda y el hombre en quien confiar llegado un problema. Faltan palabras para definir a éste grande del Poli Ejido que parece no haber aguantado todo lo que le ha ocurrido al club de su vida. Es como si el amor a sus colores le haya pasado factura.
Se ha marchado con el deber cumplido. Se ha ido haciendo más grande a El Ejido y dejando por toda España su sello de delegado ejemplar. No hay árbitro con queja de Pepe Luque en el mapa futbolístico.
Hombres como Pepe Luque ya no quedan y, hasta en aquellos tiempos de los ‘primos y los hermanos’ de Gaby Hidalgo, Luque daba la talla y las alineaciones por igual a periodistas de El Ejido y de la capital.
El Poli se hizo grande cuando ya era grande Pepe Luque al que no le importó la categoría de su equipo. Él tenía una misión que cumplir en la tierra y ahora se reunirá con los celestes del Cielo.