Meter Zvi Malkin, el antiguo agente secreto israelí que en el 1960 capturó al nazi Adolf Eichmann en Argentina, falleció el pasado mes de marzo en un centro de rehabilitación de Manhattan. Se cree que tenía 77 años y poseía residencias en Nueva York y Tel Aviv. Maestro del disfraz, Malkin a menudo se hacía pasar por un pintor itinerante durante sus misiones para recabar información.
Asqueado y fascinado por la figura de Eichmann durante el tiempo que pasó custodiándolo en Argentina, comenzó a esbozar su retrato a escondidas. Más tarde, Eichmann fue sacado clandestinamente del país para ser sometido a juicio en Israel, y luego condenado por crímenes contra la humanidad y otros cargos, y ejecutado en 1962.
Hombre de vida secreta, ni siquiera se sabe con exactitud su lugar y fecha de nacimiento. Nació, probablemente, el 27 de mayo de 1927, en Polonia (según su hijo) o en la Palestina británica (según su propiapágina web). Al parecer pasó su primera infancia en Polonia, y en 1936, con el auge del antisemitismo, su familia se instaló en Palestina. Su hermana y sus tres hijos, en cambio, se quedaron en Polonia, y todos murieron en el Holocausto, junto con muchos otros parientes de Malkin.
Cuando era adolescente, Malkin se incorporó a los grupos clandestinos judíos de Palestina. Después de la creación del Estado de Israel fue reclutado por el Mossad, donde desarrolló una carrera y se convirtió en el jefe de operaciones de la organización.
Su ‘golpe’ más famoso fue el de Eichmann, el responsable de el envío a los campos de exterminio de miles de personas. En la primavera de 1960, Malkin formaba parte de un equipo de agentes enviados a Buenos Aires para secuestrar a Eichmann, que vivía en las afueras con el alias de Ricardo Klement. Eichmann, de hábitos meticulosos, era rigurosamente puntual y regresaba a casa en el mismo autobús cada noche desde su trabajo en una fábrica de Mercedes-Benz. El 11 de mayo, se apeó del autobús y se dirigió hacia su casa en la calle de Garibaldi. Malkin se le acercó y le balbuceó las únicas palabras que conocía en español: “Un momentito, señor”. El resto es Historia.