Rodney King, el hombre que hace casi exactamente veinte años, en 1992, se convirtió en el detonante involuntario de los mayores disturbios raciales de la historia de Los Ángeles, tras la brutal paliza que le propinó la policía de esa localidad, falleció la madrugada del pasado 17 de junio a los 47 años de edad. Su cuerpo fue encontrado en la piscina de su casa en California, y las autoridades han abierto una investigación sobre la posible causa de la muerte.
Nacido en Sacramento, fue criado en Altadena. Pero era un ciudadano desconocido, incluso con algunos antecedentes de problemas con la justicia (en noviembre de 1989 había robado en un tienda de Monterey Park, en la que golpeó con un bate al propietario y fue declarado culpable y sentenciado a dos años de prisión), cuando su nombre saltó a los telediarios de todo el mundo por la famosa paliza.
Trabajando como taxista el 3 de marzo de 1991, fue perseguido en la autopista por la policía a altas velocidades, negándose a detenerse cuando se le indicaba mediante luces y sirenas. Tras saltarse varios semáforos y señales de alto, se paró en el distrito de Lake View Terrace. King, que tenía antecedentes de conducción bajo los efectos del alcohol, y se creía que había consumido fenciclidina, fue derribado, inmovilizado y golpeado con porras por cuatro miembros de la policía, estando esposado.
Todo hubiera quedado ahí, pero el incidente fue grabado por George Holliday, un videoaficionado, y dio la vuelta al mundo, convirtiéndose en un importante argumento para los activistas pro minorías de Los Ángeles, y de Estados Unidos en general. La absolución de los agentes, un año después, desató una indignación que derivó en las revueltas raciales más violentas que se recuerdan en Estados Unidos en las últimas tres décadas. Durante los disturbios, que comenzaron el 29 de abril de 1992, 53 personas perdieron la vida y alrededor de dos mil resultaron heridas. Los altercados causaron daños cifrados en miles de millones de dólares. Hace unos meses, King presentó su autobiografía, en la que relata cómo era su vida antes, durante y después de la violenta paliza.
A lo largo de estos veinte años, había sido detenido en una docena de ocasiones, acusado, entre otros cargos, de conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas y de violencia doméstica. Además estuvo varias veces en rehabilitación.