Carlo Rambaldi, creador de los efectos especiales de algunos de los más reconocibles seres de ciencia ficción de la historia del cine, falleció el pasado 10 de agosto, a los 86 años, en Lamezia Terme, la ciudad calabresa donde residía desde hace diez años. Nacido en la provincia italiana de Ferrara el 15 de septiembre de 1925, Rambaldi recibió a lo largo de su carrera las mayores distinciones por su labor, incluyendo tres premios Oscar, precisamente por sus trabajos en -King Kong-, (1976), Alien (1979) y E. T. (1982). Rambaldi estudió en la Academia de Buenas Artes de Bologna, y en el mundo del cine también trabajó en películas como -Profondo Rosso- (Deep Red) (1975), -Close Encounters of the Third Kind- (1977), -Nightwing- (1979), -Possession- (1981), -Dune- (1984), -King Kong Lives- (1986), y -Cameron,s Closet- (1988).
Comenzó su carrera profesional como pintor y escultor, y empezó a estudiar a los animales, a retratar sus expresiones, a esbozar sus músculos, fauces y movimientos.
En los años 60 descubrió que podía poner aquel don al servicio del séptimo arte. Era la época de oro del cine italiano, de los estudios de Cinecittà, de modo que se mudó a Roma, donde se rodaban las grandes producciones, a menudo con dinero estadounidense y siempre con la maestría de los artesanos locales. En aquel periodo, por ejemplo, construyó un dragón de 16 metros para la película -Sigfrido-, y participó en la creación de ‘La odisea’ o de -Cleopatra-.
En 1977, Steven Spielberg le encargó la realización de los extraterrestres de -Encuentros en la tercera fase-, y cuando decidió rodar -E.T.-, la primera persona a la que llamó fue a Rambaldi. Aquel muñeco de arrugas y ojos de gato, que sabe ganarse la complicidad de los niños terrestres y que los adultos quieren enjaular, protagonizó un milagro de la historia del cine con 10 millones de presupuesto y más de 200 ganados. Lo demás fue historia del cine.