Delfina Pérez Gordo nació en Extremadura concretamente en Guijo de Galisteo, un pueblecito de Cáceres, el día 24 de diciembre de 1923, nació el día de San Delfín y por eso le llamaron Delfina. Fue la segunda de cuatro hermanas, su padre Mauricio era carabinero y su madre Cándida se dedicaba a las tareas de hogar.
Por desgracia de la vida su padre murió muy joven y las chiquillas tuvieron que empezar desde muy pequeñas a trabajar en el campo y en lo que les salía en aquel pequeño pueblo. Con el tiempo una de las hermanas marchó a Barcelona a servir y mi abuela Delfina marchó con ella también, concretamente trabajaban en Suria, un pueblo minero de Barcelona, donde servían en las casas de los “señoricos”. Casualidades de la vida allí en Suria conocía a mi abuelo, Juan Torrecillas Casas, que había emigrado desde Lucainena de las Torres para trabajar en las minas de potasio. Ambos se alojaban en pensiones y a los tres meses de noviazgo decidieron casarse para ahorrar así un poco más de dinero.
La mina
La empresa minera donde trabajaba mi abuelo les concedió al casarse una casa dónde residían los mineros. Allí empezaron a formar una familia. Tuvieron su primera hija, Concepción, al poco tiempo una segunda Cándida y después su hijo José, que desafortunadamente perdió la vida con cuatro años y medio, accidentalmente le cayó cuando venia del colegio unas puertas que transportaba un camión. Esto fue una desgracia para la familia que hasta entonces llevaba una vida más o menos acomodada con relación a los tiempos que corrían. Al poco tiempo tuvieron otro hijo, Juan, y aunque contentos por el nacimiento de esta criatura, siempre en el hogar había muchos recuerdos y mucha pena por el hijo que perdieron.
Estuvieron unos diez años en Suria, pero el trabajo de la mina era muy duro y no ganaba demasiado, y mi abuelo Juan y otros compañeros echaron los papeles para emigrar a Alemania y les vino aprobados, en un principio marcho él y al poco tiempo le arregló para que mi abuela marchará con él, pero los niños no podían llevarlos, entonces mi abuela los llevo a Lucainena de las Torres donde vivía la abuela paterna y los tíos.
Mi abuela marchó a Alemania con una pena muy grande de dejarse a sus hijos, la mayor con diez años y medio, otra con casi nueve y el pequeño Juan con dieciocho meses, pero no había más remedio si querían sacar a sus hijos adelante.
Los niños no estuvieron mal con la abuela Pura, pero era una mujer muy mayor con otras costumbres y otra mentalidad, y gracias que en la casa había un tío soltero, el chacho Manuel que ayudo a criar a las criaturitas.
En Alemania
Durante seis años que estuvieron en Alemania venían solo en Navidades, en estas fechas aprovechaban y hacian la matanza. Durante todo este tiempo mi abuela Delfina y mi abuelo mandaban todos los meses dinero a la abuela y les mandaban a sus hijos paquetes con ropa y juguetes, pero a los niños lo que verdaderamente necesitaban eran a sus padres.
Pasados los seis años y ahorrado un poquito de dinero decidieron venirse al pueblo con sus tres hijos. Con el dinero ahorrado compraron un trozo de tierra, una casa y en la parte baja de la casa pusieron un bar,” el Bar de Delfina” era como se le conocía. Mi abuela hacia unas tapas muy buenas, una de ellas era la carne en salsa con patatas, y muchas otras, en ocasiones la llamaban para que hiciera estas comidas en celebraciones particulares, era una excelente cocinera.
Más o menos a los cinco años de llegar al pueblo mi abuelo enfermó con una úlcera de estomago, y murió. Solo pudo conocer a su primera nieta, Conchi, que soy yo, y que tenia nueve meses cuando mi abuelo se marchó.
Delfina se quedo sola a cargo del bar pero salió adelante, pues siempre ha sido una mujer muy valiente y fuerte.
A la pobre no le quedó paga de viudedad por unos problemas con la cotización en Alemania de mi abuelo y tubo que buscárselas en todo lo que pudo.
Con el tiempo dejó el bar porque no le era muy rentable por todo lo que tenía que pagar. Trabajó en una finca en régimen agrario (El alpargatero), en el PER (en las calles del pueblo), estuvo en Murcia cuidando un niño, trabajó como nadie y todo esto ya mayor, hasta que pudo cotizar lo necesario para jubilarse.
La jubilación
Una vez jubilada sí disfrutó, iba a todos los viajes que quería con el INSERSO, se apuntó ya mayor a natación, etc. Después de tantas penurias y tanto trabajar siempre ha sido una mujer muy alegre, dinámica y divertida, nunca ha parecido la edad que tenia, le encantaba vestirse muy juvenil, ponerse sus collares y sobretodo el baile, eso le encantaba y hablar no había quién le ganará a eso.
Y ya mi abuela Delfina no está con nosotros se ha marchado con el mes de Agosto, partió el viernes 31 de agosto de 2012, tras un año duro de enfermedades, y estos últimos días más agravadas.
Adiós abuela Delfina nunca te olvidaremos siempre estarás en nuestros corazones, en los de tu familia y en los del pueblo de Lucainena de Las Torres, tu pueblo adoptivo.
Te queremos abuela DELFINA, tus tres hijos, tus siete nietos y tus dos biznietos a los que tanto adorabas.