Querido primo, querido hermano, hijo, padre y amigo, en definitiva querido “Laicos”:
Hoy hace un mes que te fuiste inesperadamente dejando una huella imborrable en todos nosotros.
Dicen que el vacío que deja una persona al marcharse es proporcional al bien que ha cosechado a lo largo de su vida, y qué verdad más grande, nunca he escuchado ni una sola palabra mala sobre ti.
Ya verías en tu despedida cuanta gente lloró tu ausencia; allí estaba toda esa generación de alumnos a los que enseñaste a razonar, a resolver problemas, aquellos que te catalogaron como el mejor profesor de física del pueblo, no sólo por tus conocimientos sino por tu entrega.
También estaba tu hermandad, cuanto has hecho por tu Virgen María, fuiste Hermano Mayor, llevaste durante muchos años el estandarte y la bandera, como nos emocionamos todos al verte bajo su terciopelo entrando a la iglesia en tu último adiós; se fue una pieza única en la historia de nuestra cofradía, ahora te pido que nos protejas desde el cielo, tú que seguro que estás con nuestra Virgen.
Tus amigos también quisieron despedirte, en cada uno de ellos has dejado un poco de tu alegría, de tu positivismo ante las adversidades, incluso cuando la vida te dio la espalda tú nos enseñaste a sonreír , a soñar con la esperanza, a vivirla.
Y que te voy a decir de toda la familia, nos has dejado con el corazón roto, no hay día que no nos acordemos de ti y aunque sabemos que estás bien, que ahora ya no hay dolor ni enfermedad sino eternas sonrisas, es difícil no emocionarnos al sentir ese vacío que nos has dejado, que sólo podemos llenar con tu recuerdo.
Esto es sólo un pequeño homenaje para la gran persona que eras; me despido pidiéndote que nos mandes fuerza para vivir la vida con el mismo coraje que viviste tú la tuya.
Nunca te olvidaremos.