De tu soldadito al que tanto le ayudaste haciendo la mili

Tony Fernández

Rosendo Rovira Guardia - Teniente coronel

  • La Voz
Nuestra historia se termina por teléfono. “¿Cómo está mi soldadito? Jamás falto a mi palabra y pienso estar pronto en Almería para tomarnos unas cervezas con buen pescado de mi tierra y ver el sol, que aquí no para de llover y llover”. Pero no vino, una llamada desde Manresa nos confirmaba que Rosendo Rovira Guardia nos había dejado. Nos conocimos en el Cuartel de Valdespartera en el otoño de 1979. Hacía mucho frío aquel día en Zaragoza y entraba por la puerta y sin mandar ‘firmes’ ya estábamos todos cuadrados y a la orden. “¿Dónde está el soldadito de Almería?”. Di un paso al frente y saludé de forma militar. “Baja la mano paisano”, dijo. Y así empezó todo. Coincidí con su sobrino, que también estaba en el mismo destino y nuestra vida militar fue un paseo. Cada mañana echábamos un ‘ratico’ hablando del Almería. De Maguregui, del Franco Navarro y de Saveres, porque le interesaba mucho la vida de mi familia, todos camioneros como su padre en Bayárcal y ahora empresarios del motor. Pasada aquella Mili (de la que fui diplomado por la 5ª Región Militar) y tras licenciarme sin atender su consejo de “sigue en el ejército que con tus estudios de electrónica te haces alférez en un año”, nos volvimos a encontrar gracias a las redes sociales. Un día, puse Rosendo Rovira Guardia y apareció mi Teniente pero con mucha graduación por encima. Me llamó por teléfono y quedamos para conocer LA VOZ de Almería. Paseó por la redacción y saludó a Eduardo del Pino, al que tenía en los altares por sus contraportadas de aquella Almería de su juventud. Pasó unos días y quedamos para vernos de nuevo y poner al día nuestras vidas. Mientras, cada mañana en mi correo electrónico aparecía Rosendo Rovira con postales de Zaragoza, los cines de Zaragoza, la Virgen del Pilar... Los dos éramos de aquella Zaragoza de finales de los setenta y de aquél Cuartel de Valdespartera donde pasamos juntos 15 meses de Mili. Le regalé los DVD de Almería en la Memoria y una colección de postales. Era feliz conociendo LA VOZ y la Cadena SER. Y cada domingo era de los puntuales para escuchar el Carrusel por internet. Yo le conocí cuando era viudo y le volví a ver con su nueva esposa. Siempre se adaptó a lo que la vida le recetaba, y me pidió que ayudara a su único hijo que estaba parado. Rosendo Rovira Guardia era por encima de todo español, pero “necesito venir todos los años a mi tierra para cargar las pilas”. No quería que le hablara de usted y, menos aún, de su rango militar. “Dime Rosendo”, insistía, pero era tan grande que me incomodaba tutearle. Su soldadito se fue a la Mili sin enchufe, pero conociendo al Teniente Rovira mi vida en el ejército fue un paseo militar. Tu soldadito está triste porque no podrás cumplir con tu palabra y sigue esperando que suene el teléfono y aparezca tu voz militar diciendo: “¿Cómo está mi soldadito?”. Estoy y estaré siempre a tus órdenes, Rosendo.