Siempre estabas de buen humor para hacernos felices, sin importar lo que en tu interior acaeciera

Victoria Alonso Almécija

A Ramón Almécija (tres años sin ti)

  • La Voz
Llevo horas sentada delante de tu ordenador, sin saber qué escribir, porque te mereces más que simples clichés. Eso es para la gente corriente, justo lo contrario a lo que tú eras. Supongo que tengo miedo, miedo a dejar salir al dolor, a romper ese hielo que recubre mi corazón, a no dejar a mi mente olvidar, porque no quiero darme cuenta de que ya no estás, deseo no ser consciente de que nos dejaste atrás. Es más fácil evadirse de la realidad. A pesar de todo, haga lo que haga, hay algo que siempre estará conmigo y con todos: tu marca, ya sean los recuerdos de tus clases, tu sonrisa o las cosas que aprendimos contigo. Ya que incluso lo que me enseñaste teniendo tres años sigue guardado en mi mente. Supongo que a todos nos dejaste algo bueno, expectativas diría yo, metas que cumplir, demostrándonos que podemos dar más. Quisiera poder tenerte a mi lado para poder contarte lo mucho que han cambiado las cosas, pero por desgracia, puedo llamarte cuantas veces desee pero tú no responderás. Tenías un gran corazón. En él acogías a muchas personas, no tenías en cuenta lo malo de ellos, no te fijabas en los defectos, sino en el potencial que podían llegar a tener. Una gran virtud, que la mayoría no poseemos. Me arrepiento de no haber hecho muchas cosas contigo, cosas que tuve oportunidad de hacer y no hice: no valoraba lo que tenía, pensaba que ya habría tiempo, mas me engañe. Eras una gran persona, siempre estabas de buen humor para hacernos felices al resto, sin importar lo que en tu interior acaeciera. Dabas lo mejor de ti, para hacernos las cosas más fáciles al resto. La vida hubiera sido más llevadera contigo, pero al parecer no fue diseñada para ser así. Perdimos más de lo que ganamos con tu ida, pero también nos dejaste cosas buenas, nos dejaste aprender a ser un poco como tú, a hacer lo que tu hacías, nos dejaste cosas pendientes que tuvimos que aprender a hacer solos, por lo que mejoramos como personas. Nos obligaste a valernos por nosotros mismos, a luchar con más fuerza por lo que queremos. Esto no es nada comparado con todo lo que desearía decirte, pero creo que es suficiente, solo quiero que sepas estés donde estés, que sigues dentro de todos, te guardamos en nuestros corazones. Aún no he conocido un día en el que no haya pensado en ti, te echamos mucho en falta, solo espero tener algún día la oportunidad de volver a verte. Y por eso te digo “Hasta pronto”.