En el pasado mes de noviembre, el día 28, Fernando hubiera cumplido 51 años si no fuera por una fatal enfermedad que se cruzó en su camino hace casi cinco años. Aunque nos dejó hace algo mas de tres años, no pasa ni un solo día en el que los que estábamos a su alrededor no dejemos de recordarlo.
Seguro que cualquiera que lo conociera recuerda su carácter, seguro de sí mismo, querido por todos los que lo conocían y una persona con una excelente capacidad resolutiva y de trabajo. Le gustaban las cosas bien hechas hasta el punto que era bastante perfeccionista. Siempre estaba dispuesto a ayudar a quien se lo pedía y no son pocos los consejos que nos dió en los momentos en que la situación lo requería, siendo en muchas ocasiones un ejemplo a seguir en todos los aspectos.
Disfrutaba con lo que hacía, le gustaba su profesión, fontanero. Desde muy joven siempre había trabajado en ello por toda Almería y era muy conocido. En principio todos lo veían en su Renault 5 con su caja de herramientas. A veces se reunía con sus amigos en el Manhattan, son muchas las anécdotas que nos contaba.
Pasó a formar parte de la plantilla del Complejo Hospitalario Torrecárdenas desde el momento en que abrió sus puertas, y participó en su construcción como soldador. Hasta ese momento trabajaba en el servicio de mantenimiento de La Bola Azul.
Se casó en octubre de 1990 con Rosa María, con la que tuvo dos hijos, Fernando y Jesús. Para Fernando su familia era el centro de todo, y cierto es que trabajaba muchas horas al día. Esto lo hacía con la esperanza de mejorar y algún día no muy lejano pasar su actividad laboral a un segundo plano y dedicarse más a su familia.
Pasaron algunos años y al finales de los noventa fué socio fundador de una empresa junto a un compañero de trabajo, Reinstal Almería. Este había sido uno de sus más importantes logros. En los principios sólo trabajaban su socio y él, y tras diez años la empresa contaba con al menos 14 empleados, una flota de vehículos propios y un local comercial en una buena zona de la ciudad. Desde el último verano, su familia ya no forma parte de la empresa, de la que se encuentra desvinculada.
Con mucha ilusión se construyó una bonita casa en Abrucena, de la que tan sólo pudo disfrutar un corto espacio de tiempo, algo más de un año.
Desde que no está Fernando, todos los que estabamos a su alrededor apreciamos, aún mas si cabe, su ausencia. De forma natural, y casi sin darnos cuenta, nos facilitaba el camino y se preocupaba por todos, estaba acostumbrado a tomar decisiones. Hoy nos damos cuenta de todo lo que hacía por nosotros.
Estos años sin tí están siendo muy duros. Somos muchos los que no te olvidamos y que te echamos de menos, en especial tu mujer e hijos..