“Te juro, Antonio, que tanto yo como mis hermanos continuaremos llamándote...”

Juan Manuel, Ramón y Jorge Pérez Company

La mañana se enrojeció

  • La Voz
La niebla de ayer, día de Navidad, amaneció y se comportó cómo un dia grís y triste, y como era habitual conecté con mi amigo y hermano ‘el kokonero’, preguntándole, como día tras día lo hacía, de sus pasos, de sus paseos perrunos ¡amante de tantos perros!, que a veces dió lugar a enfrentamientos sin sangre, pues le echaba en cara que los trataba mejor que a sus dos hijos. Pero él siempre con gracia cazurra me decía que “sus canes no hablaban”, aunque mirándoles a los ojos, los entendía perfectamente... Y ese pedazo de hombre, pequeño de cuerpo pero con un trozo de corazón que no le cabía... ¡Ese que precisamente me ha dejado sin amigo y hermano! Esta mañana, hacia las 8 horas el móvil me señalaba en pantalla que me llamaba ‘Solis 1’, extrañándome que a esta hora del pueblecico hacia el valle, me llamara. Y maldita llamada que era de su hijo, quien dándome la noticia con gran entereza... ¡Yo no lo podía creer. ¿Pero cómo, no es posible, dónde está, y cómo ha sido..? Y en esto que ya reviento y no aguanto más, y enmudezco, quedándome sin fuerzas para reaccionar, y con llamadas entrecortadas de todos los hermanos, a continuación, ya me vengo abajo no pudiendo “abrirme paso”, y sólo tras unas horas de lucha interna, comienzo a darme cuenta de lo sucedido... ¡Que mi amigo y hermano Antonio nos ha dejado! A su mujer, hijos y nieta, y a esa gran hermana Teresa, la mayor de una familia que lo mejor que han sabido “hacer” es “trabajar para todos los demás”. Jamás el Partido Socialista almeriense, a pesar de los “plumillas” y “plumazos” que a partir de mañana empiecen a escribir, podrá saber entender y comprender que esta Familia Solis haya dado tanto... sin recibir nada a cambio. Cosa que “ellos” no sabían conjugar, pero a pesar de que a partir de mañana no sabré qué hacer con “nuestra llamada telefónica”. Te juro, Antonio, que tanto yo como mis hermanos continuaremos llamándote y comentando lo que siempre nos ha preocupado: el “poder levantarse...”. Pero mira, así no vamos a ningún lado, tú dónde estés... ¡Cuídanos! Adios hermano.