Querido hermano, tío, hijo, esposo, padre y amigo: Ya hace un año que inesperadamente te fuiste, dejando un vacío muy grande en todos nosotros. Has dejado una huella inmensa porque has sido una gran luchador para todos, siempre dando todo sin pedir nada a cambio.
Eran tantas cosas las que quedaban por hacer, tantos proyectos y la lucha que llevabas por la restauración de la iglesia de Huebro. ¡Eso sí lo conseguiste! Con tus niños del fútbol (eran, como tú les decías, “mis niños”), trabajando duro para que ascendieran.
Luchando día a día por tus hijos, para que no les faltar de nada... Pero ¡no te preocupes! Tu mujer sigue luchando por ellos y te echa tanto de menos...
“Nunca te olvidaré, Manolo”. Eso dice su mujer cada vez que se acerca a sus cenizas... “¿Por qué nos ha pasado esto? Con lo que nos quedaba por delante... Pero haré lo imposible por acabar todos los proyectos de nuestros hijos, y espero que de donde estés sigas mandándome fuerzas para conseguirlo. Tus hijos y yo no te olvidaremos nunca, y te seguiremos queriendo como si estuvieras a nuestro lado, porque nos has hecho tan felices en os pocos años que hemos podido estar juntos”.
Eres una persona inolvidable, y sabemos que tú, desde arriba, junto con nuestro sobrino, nos das fuerzas para seguir luchando. No hay un día que no te recordemos... Unas veces derramamos lágrimas y otras veces reímos con tus recuerdos, pero la Virgen del Rosario quería a alguien muy especial a su lado, y nos lo arrebató, sin darse cuenta de que a nosotros también nos hacías falta.
Tú sigues viviendo en cada uno de nosotros, y en todos los que te han conocido. Toda la comarca de Níjar te recuerda porque en qué casa ‘Manuel el de Huebro’ (como te decían) no habrá puesto al menos un ladrillo.
Ya hace un año y parece que fue ayer cuando nos llamaste desde tu Huebro, porque de verdad parecía que así era (quizá acordándote de tus papeles de rey moro o tirando chisperos...), nos decía que subiéramos para arriba al rincón para asarnos el tocino y ver los copos de nieve que estaban cayendo...
Pero en realidad lo que quería era juntarnos a todos. Incluso la Navidad pasada, después de sufrir la pérdida de su sobrino Jonathan, era incansable animando a todos para seguir adelante.
Manuel Llamas era un amigo y una persona para no olvidar. Por eso siempre lo recordaremos, por ser como fue y hacer todo lo que hizo.
Nunca te olvidaremos, te querremos siempre.