Yo no sabía quien te puso el mote. Todos te conocemos en la familia como el ‘Pichatrapo’. A mi padre que era camionero nunca le cobrabas y le sacabas de mil apuros. Y a mi tío Pepe, y a mi tío Luis, y a mi hermano Manolo...
Bueno, a mi hermano, lo querías tanto que cuando se iba a casar le dejaste el local de la Cruz de Caravaca para hacer allí la despedida de soltero. ¡Vaya fiesta!.
“El mote se lo puso él. Nos casamos y no venía familia. Así estuvimos hasta tres años que vino Rosi, y luego Emilio”, me comentaba Rosa, una guapa mujer afincada en Los Molinos hacia la que dirigiste tu amor de mecánico que nacía en el corazón de Almería.
“Harto de que le preguntaran empezó a decir que tenía la picha de trapo. El mote se lo puso él”. Pero a tí Emilio no te hizo famoso el apodo. Te ganaste el corazón de los amigos con buenas obras, por ello, “¿Habéis puesto en la esquela ‘Pichatrapo’?”, preguntaba muy seria tu viuda reciente a tus dos hijos: Rosi y Emilio.
La última vez que te ví salías de tomar café en la ‘La Minerva’ y me decías: “Estoy bien, un poco malillo, pero bien”. Porque el ‘Pichatrapo’ no te daba ni un disgusto. Llegaste al mundo en un taller para arreglar coches y ayudar a personas.
Me querías mucho y le contabas a medio barrio que “sale por la radio y por la tele”. Porque el Barrio de Los Ángeles formaba parte de tu obra. Allí compraste un solar y con tu amigo se levanto un bloque con un local donde hacías tus trabajillos domingueros. Emilio, te has ido al otro mundo como eras, con una camisa de cuadros, con la ropa de todos los días, con la misma que llevabas para reparar un coche o echar un chatillo en la Bodega El Toboso.
No te quedó nada por hacer. Todo el barrio sabe bien lo que digo. Nos ayudaste a todos con una sonrisa y cumpliste con tus deseos de jurar bandera en Viator (de paisano) y disfrutabas viendo ganar títulos a tu Real Madrid.
Nunca se te vio a más de cien metros de la puerta de tu casa. Formabas parte del barrio, sabías que te iban a necesitar y tenías el destonillador en el bolsillo siempre. “Abre el capó”, decías con voz autoritaria y todo lo demás quedaba en tus manos.
El ‘Pichatrapo’ fue un gran empresario, Emilio, y dejas bien situada a tu familia, bueno, a la más próxima porque en el Barrio de Los Ángeles todos somos familia del ‘Pichatrapo’. Llegaste al mundo para ayudar a los demás. Mi padre decía de tí que eras “El más servicial de la tierra”. Y tú decías de mi padre: “Manolo eres un coñazo, siempre vienes a la misma hora”. Os queríais mucho, tanto como yo quiero a tu Rosa, a tu Rosi y a tu Emilio.
Cuando te ví en la caja no tenías mala cara. Hasta en el último viaje has sido fiel a tus normas de dar y regalar alegría a los que te rodean. “¡Rosa este es mi Pichatrapo!” le dije a tu mujer, porque contigo se empieza a extinguir esa casta de hombres que nacen para servir a los demás.
Al buscar en el bolsillo una tarjeta para tu hija Rosi me comentaba tu mujer “No llevas ‘namasque’ Santos como tu padre”. Como me conoce, por eso cuando llegué le decía a las amigas: “El Tony es de la familia”. Y me fuí del velatorio muy feliz porque en tu casa me quieren tanto como tú.