El día 9 de marzo del pasado año, la agresividad de tu enfermedad nos obligó a continuar en esta vida sin ti, y en consecuencia, cada una de las personas que han vivido la suerte de conocerte no han encontrado otro remedio que no sea, ‘sencillamente’, echarte de menos, siendo difícil interpretar el ‘sentido de la vida’ mientras permanecemos cobijados bajo el triste suceso de ésta realidad.
¡Y qué Gran Maestro es el Tiempo! Cómo nos enseña a valorar tu pérdida, amigo. De qué forma tan nostálgica potencia nuestro recuerdo, y en qué extensa medida impide que te olvidemos.
Este recuerdo bañado en tinta no pretende ‘sembrar nostalgia’, ya que ésta, por sí misma, se manifestará de forma individual en nuestro interior, colonizando nuestros corazones. Son palabras que representan ‘algo más que un cariñoso detalle interno’, dirigido a una buena persona, el Sr. Manuel Ruiz Amezcua.
Pero, ¿cuáles eran algunas de sus virtudes claves? Para los fieles a su Religión: Manuel poseía el corazón de un Dios. Sobre los aficionados a la Agricultura, Ruiz era un Catedrático sin título. Y acerca de Los Cazadores de Fantasmas, no cabe la menor duda que Amezcua era un fiel amigo transparente.
Su ausencia, a lo largo de este triste año, ha disminuido la ‘Intensidad de la Felicidad’ dentro y fuera del seno familiar, entristecido en gran medida el ‘Sentido de la Amistad’, y ha degradado el ‘Arte Levantino’ de cultivar.
Sin ti en este mundo, y contigo en nuestro recuerdo. Descansa en paz.