Rosa Domínguez Cazorla
- La Voz
Ya fue 23 de agosto, tu santo, nuestro santo, Santa Rosa, y fue feria, la primera feria sin ti, Yeya. Tocaba ir a visitarte, a felicitarte, a felicitarnos, siempre me aconsejabas sobre cómo ponerme la flor, la peineta, el collar, eras una abuela orgullosa. Ya no estás aquí, pero tu recuerdo nos acompaña todos y cada uno de los días, como ya sabes, pienso mucho en ti.
Ahora más que nunca, me acuerdo de tu foto vestida de gitana, esa foto que tanto disgustó a tu padre cuando ganaste un concurso, a la ‘mejor vestida de gitana’. No sé si es casualidad, pero siempre en Feria estabas guapísima, y ese día, el 24 agosto de 1940, fuiste una reina. Te imagino ese sábado de Feria, con tu vestido de gitana, yendo al Tiro Nacional, de noche, a escondidas... Días antes los periódicos habían anunciado ‘Lo Mejor De La Feria: Gran Verbena Azul’.
Imagino tu Feria como siempre me la has contado, con tu familia, mi familia. Siempre decías lo guapa que era tu hermana Manuela, y lo joven que murió, tu rostro reflejaba el dolor que tuviste que sentir. Me contabas lo unida que estabas a tus padres y hermanos, a los que querías de manera incondicional y supiste cuidar hasta el final. Tu madre, una mujer fuerte, otra Rosa, fue el pilar fundamental de la familia.
Una mujer valiente Ahora, viendo algunas fotografías, imagino cómo fueron aquellos días de Feria, tus padres, como casi todos los almerienses en agosto, tomando el fresco en la puerta de la casa, junto a la puerta de Purchena, viendo desfilar a sus hijos camino del ferial, tú al frente, mientras la tata María se quedaba jugando en las faldas de tu madre, aguardando impaciente tener tu edad para disfrutar de nuestra Feria.
Siempre he estado pegada a ti, desde que nací. El 16 de septiembre de 2012 te fuiste, tu cuerpo no pudo más y se apagó. Sin hacer demasiado ruido y con tan sólo un suspiro, dejabas atrás años y años de alegrías, tristezas, y sobre todo, experiencias. Los que te conocíamos y te queremos, sentimos un gran vacío, nos sentimos tristes ese día en el que encontraste la paz y te reuniste con gran parte de tu familia a la que tanto querías y por supuesto con abuelo.
Yeya, has sido una mujer muy valiente. Conociste al abuelo después de la Guerra Civil, esa que, como a tantos españoles, te hizo pasar miedo. En los difíciles tiempos de la posguerra, te casaste y tuviste a mis dos tíos, Juan y José Manuel, más tarde llegaría mi madre, otra Rosa. Y con tus tres hijos (mi madre tenía unos pocos meses) y sola, te embarcaste a la Argentina, tu marido ya estaba allí. Más de un mes de viaje através del océano Atlántico en busca de un futuro mejor y tan lejos de tus padres y hermanos.
Gran descendencia Allí luchasteis, hasta que tres años más tarde volviste de la misma forma, sola con los tres niños, y con la enorme pena de saber que ya no volverías a ver a tu padre. Había fallecido de forma repentina. El abuelo, tu marido, llegaría poco después para quedaros definitivamente en Almería. Hace ahora 42 años que falleció el abuelo, yo no lo conocí, pero recuerdo tu mirada al hablar de él. Me decías que soñaba con ver a sus nietos, que muchas veces iban a tu casa vuestros sobrinos Miguel Angel y María del Mar, y que él jugaba con ellos mientras tú les dabas la merienda.
Siempre me lo decías a mi, porque yo fui tu nieta mayor y no lo conocí, pero tenéis una gran descendencia, ya que después de mi vinieron otros nietos: José Manuel, Joaquín, Cristina, David, Ana Belén, y ya en tercera generación, tus bisnietos: Luis, Rosita y Vera.
Esta Feria, no iré a verte, la observaré bajo tu recuerdo, no con tristeza, sino con alegría, como tú decías que había que vivirla, mostrando lo mejor y olvidando por una semana las tristezas. Seguramente pasaré junto a tu casa, esta vez no subiré, tú no estarás allí, ahora estás en mi corazón, en mi mente.Quiero que sepas que guardo con especial cariño la foto que nos hicimos el último día de Santa Rosa, estábamos tú, mamá, mi hija y yo, las cuatro Rosas, tu ramo de rosas. Te quiero Yeya, felicidades en tu día.
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