Manolo nunca molestaba. Le gustaba pasar inadvertido y dar siempre más de lo que recibía. Nunca ponía mala cara a nadie y no daba disgustos. Por ello, se marchó en plena Feria para no molestar a los amigos que se enteraron de su muerte cuando ya no podían darle el último adiós. Manolo siempre informaba en su peluquería de la muerte de los amigos y conocidos.
Era un tipo feliz A Manolo se le conoce de toda la vida. Un hombre que siempre saludaba con la sonrisa en los labios y ubicado en el corazón de Almería no podía tener penas. Nunca sabremos si su peluquería esta en la Rambla Alfareros, Pablo Iglesias o Magistral Domínguez. Lo que si tienen claro los amigos de Manolo es que se sentaba siempre mirando al sur y a su querida Puerta de Purchena.
Yo le decía que su peluquería era la ‘sede del Almería’ porque hubo una etapa en su vida que hizo las labores de delegado del club de sus amores y por allí pasaban desde Salmerón como entrenador hasta el utillero del club. Allí daba clases de fútbol el Tito Pedro (ahora no puede el hombre) y abrió despacho (todavía lo tiene) Paco Guillén Llóris del que me decía que “está como un roble camino de los noventa”. Y que decir del mítico, Paco González, sacando la pizarra y explicando los detalles del triunfo y la derrota del Almería. Ahora Paco y Manolo ven el fútbol con los ángeles del cielo.
Manolo el peluquero me ha visto pasear por su puerta a mis tres hijos. Primero a Copy cuyo nacimiento lo anunció Paco González en 1985 mientras se ‘pelaba’ para irse a Macael a dirigir al Atléti. Luego, pasé por su puerta con Carlos al que tantos regalos le daba el Maestro Paco Guillén, y por último, María, la que siempre iba a ‘coscos’ y él le decía que: “La ñiña cada vez pesa más, bájala al suelo”. Así desde su puerta hasta Rio Preto, fin del trayecto a ‘coscos’ de María previa parada en su peluquería para comentar los últimos logros del Almería. Manolo, ha sido siempre un hombre de fútbol y un almeriense ‘guasón’ al que le gustaba mucho reir con sus clientes. Nadie lo pasaba mal a su lado. Las penas se volvían alegrías y su hijo, Manolillo, va a ser un buen heredero ya que ha crecido a su lado y tomará el testigo de su simpatía típica de buen almeriense.
Así, mirando esa foto, recordaré siempre a Manolo. Cada jueves, cuando pase por su peluqueria (por la sede), miraré y le buscaré para que me salude con su sonrisa generosa y agradable. Pasaré volando, “párate que siempre vas corriendo” me ha dicho tantas veces y pocas crucé su puerta ya que él salía a mi encuentro para contarme cosas nuestras, cosas de fútbol, de la vida y de la muerte. Cada jueves de mi vida desde hace tantos años vuelvo a pasar por mi calle, la de Manolo, la del Magistral Domínguez, su Rambla de Alfareros o la más moderna Pablo Iglesias porque solo él se merece un comercio con tres calles.
Manolo a los 65 años se preparaba para descansar y pasar al otro lado de la foto. A sentarse con los más viejos del lugar para hablar de forma sosegada mientras su hijo tomaba el testigo. Lo tenía todo preparado pero...
Un recado más Manolo siempre ha transmitido todos los mensajes de sus clientes y de sus amigos. “Tony el Maestro Paco que esta tarde irá a tu casa”. Y otros como: “Dice Paco González que no le llamas para hablar por la Radio”. Ahora te voy a dejar yo uno para mi padre que no lo veo desde 1987. Él, como tu, se marchó muy joven. Se le paró el corazón y no me pude despedir de él. Anda, Manolo, díle que estoy bien, que todos los jueves paso por tu puerta y que voy a la Iglesia todas las semanas como él me enseñó”.