El día 17 de mayo de 2013 el mundo perdió a una luchadora, y yo a mi abuela. La posguerra la trajo al mundo, de ahí su carácter guerrero.
Escúchame, quiero que sepas que fuiste buena esposa, buena madre, buena hija y buena abuela. Todavía tengo el olor de tu mandil y de tu piel cuando me cobijabas, porque mi abuelo me regañaba. Eres cabezona, a veces pesada, y a veces mal pensada, también eras buena, racional, generosa, amiga, cariñosa, alegre, a veces positiva y a veces negativa, constante, luchadora, cumplidora, trabajadora, coqueta y siempre leal.
Tu carácter Eras cabezona, porque era difícil que dieras tu brazo a torcer aun estando equivocada, por eso quizás sacaste a tu hijo adelante cuando un médico te dijo que no contaras con él.
Eras pesada, porque incidías siempre en la misma idea, quizás por esa razón, tus hijos no erraron más de la cuenta.
Eras mal pensada, y yo eso lo justifico porque en realidad tu vida ha sido muy difícil, más que la mía y más que la de muchos.
Eras buena, para mí la más buena, no podías ver a nadie pasarlo mal, pues has tenido la virtud que siempre te has puesto en su lugar.
Eras racional, jamás perdiste tu cordura, jamás, jamás, ni siquiera en el último momento de tu vida. Eras generosa, repartías lo que tenías, hasta el último momento de tu vida, aun faltándote a ti.
Eras amiga, la mejor amiga, contigo se ha ido mi mayor secreto, el más importante de mi vida, y yo me quedo con los tuyos pues también yo soy amiga tuya.
Eras cariñosa, me encantaban tus besos interminables con las uñas clavadas en la cara y los carrillos apretaos, ya nunca nadie me va a besar así.
Eras alegre, te encantaba reír, te encantaba bromear, los chistes, el humor sano.
Eras positiva y a la vez negativa, un día para arriba otro para abajo, “con el rabillo alzao” le decían algunos. Eras constante, para vivir en una vida no perfecta desde el inicio y hacerla tuya como perfecta, sin salir corriendo.
Eras luchadora, el cáncer no te vencería, pudiste con él y ganaste con creces.
Eras una cumplidora, de ti conozco la frase “primero pagar, y luego comer”.
Eras trabajadora, si el trabajo más duro del mundo es ser madre, dímelo tu viejecita cuál ha sido tu hazaña. Eras coqueta “píntame las uñas, los labios, dame mis pendientes, péiname”.
Eras leal, fuiste la más leal a tu marido, la más leal a tu madre y la más leal a tus hijos y nietos.
El recuerdo es libre, la mente viaja, tengo tantos momentos vividos y contados por ti, reina mía. Me encantaban tu historias, como la del médico cuando fue a tu casa, la del campo de panochas…, me encantaban tu manera de relatar las cosas, era precioso tu mala manera de hablar y tu manera de sorprenderte con todo, pues contabas las cosas como una adulta pequeña.
Tu equipaje Viejecita te has dejado mucho aquí, fruto de tu esfuerzo y trabajo. Si pudiese volver el tiempo atrás, y tuviese un cortijo me encantaría que te pararas a mi vera, y me bailases la churripampa; yo te pelaría una naranjica y la cascara la tiraría; junto con los desprecios que te han hecho, los disgustos que te han dado, y en el olvido que a veces te han dejado.
Déjame que me ciegue, no me quiero hacer a la idea que te has ido, no me quiero convencer, no me quiero olvidar. Tu pelito plateado, tus arrugas, tus chapetitas colorás, tus manchitas, tu semblante, tu ojito olvidado, eras preciosa, eras mi abuela, eras Isabel Ruiz Montoya.
Te quise, te quiero y te querré siempre.