Estoy completamente destrozado. Literalmente. Pero, por otra parte, quizá muy bien, y es lo que me anima a ser muy fuerte. Y es que si en algo me parecía ‘mucho’ a mi hermanito (lo digo con infinito amor porque ha sido un hermanazo, y el guerrero de la familia) es en que ‘odiamos’ las penas y ‘veneramos’ las sonrisas. Así que no pienso llorar demasiado por ti, hermano; sí reír contigo, como siempre. Si he de llorar será por los demas que quedamos desolados pero, a la vez, ‘bendecidos’ por su persona al completo. Ahora me toca conseguir empuñar una espada de oro que me pesa demasiado, es demasiado larga, demasiado grande, y quema en mis manos por no merecerla. Pero con el tiempo conseguiré levantarla y luchar por todo con ella. Qué casualidades da la vida que uno tiene un malentendido con la persona a la que más quiere, y se va sin poder decirle nada ‘in vivo’. Pero, como siempre, bien sabíamos que esas ‘ridículas’ discusiones de pacotilla que teníamos últimamente y, solo ‘a veces’, no significaban absolutamente nada. Sólo han sido parte de la salsa de la vida. Los dos lo hemos sabido.
Brillante lección Qué fuerte, y que razón tenías, en tu último mensaje hacia mí: Cuando discuto, lo hago siempre en plena confianza, y con una de las personas con las que más discuto es con tu padre, precisamente una a las que más quiero, y nadie, absolutamente nadie te va a defender tanto como tu familia. Qué brillante lección me mostraste. Qué ‘perfecto’ mensaje de adiós. La mejor de tus lecciones desde el más profundo corazón.
No sólo eras mi hermano mayor, sabías que eras como un padre y un amigo. Quien me conoce bien, sabe que te admiraba como a un dios. Eras mi Dios, Cristóbal, y lo seguirás siendo de por vida.
Lo sabías. Sé que jamás llegaré a estar a tu altura pero marcha muy tranquilo sabiendo que voy a luchar muy duro por ti, por la tarea y enseñanza que has dejado en mis manos, por todos los demás. Marcha sabiendo que voy a cuidar de toda nuestra familia, desde tus hijas (mis bellísimas e increíbles sobrinas que nos alegran la vida y son parte de tí) hasta nuestros padres. Para ello me está ayudando “lo que no está escrito y como nadie, mi novia y tu futura cuñada, Gema”.
No voy a taladrarme la cabeza en buscarle el sentido de esto a la vida, pues solo puede tener uno: “es así y ha sido por algo, y ese algo, sea lo que sea, tendrá en algún momento su porqué, estoy seguro”.
Te fuiste con una expresión fugaz de “tengo miedo”. Pero tú no tenías miedo a la muerte, te conozco demasiado. Tú tuviste miedo a dejarlo todo aquí sin poder controlar la situación y sin poder despedirte con palabras. No ha hecho falta, no te preocupes, yo sé traducírtelas, hermano. Ese era tu miedo, que no tiene absolutamente NADA de ‘miedo’, sino de valentía, lucha y miramiento por quienes te rodean.
Tranquilo hermano. Yo te conozco demasiado bien. Sólo que la ‘vida’ no te permitió controlarlo, la vida, no tú.
En el recuerdo Dentro de un tiempo, cuando esté un poquito mejor, que sepas que se te va a hacer ‘de todo’. Entre todos nos vamos a encargar. Y que sepas que esta inmensa tristeza la vamos a tornar a ‘tu gusto’, que es el mismo que el mío. La vamos a tornar a alegría, sonrisas y fiesta mientras te recordamos. De lo contrario te estaríamos faltando el respeto a lo largo del tiempo, al igual que pasaría en mi caso, lo sabes perfectamente.
De la cantidad y calidad de personas que han acudido a darte el adiós y a consolarnos... no puedes hacerte la idea. No sélo te quieren, Cristóbal, te aman, y te admiran. Y sepan ellos que, de algún modo, a través de nosotros, vas a estar con ellos. Cuenta conmigo el primero.
¿Recuerdas que la última conversación que tuvimos era acerca de las estrellas del Paseo de la Fama de Almería? Que sepas, hermano, que vas a tener la tuya muy pronto, porque te la mereces como NADIE. Vas a tener la tuya dentro de muy poco, y la mejor de todas la vas a tener en mi cuerpo, marcada para siempre. Y quien quiera verla y saber que estás ahí, solo tendrá que observarla en mi piel.
Todos tenemos un gran consuelo, y es que lo que has vivido, los has hecho “como has querido”. Recuerdo, antes de tu incursión al mundo cultural lo feliz que eras con tan poquita cosa. Qué felices somos con sólo una película y unas pipas ¿A que sí? Lo más sencillo del mundo qué felices nos hacía.
Yo sigo manteniéndolo. Tú también me enseñaste a eso. Y luego diste el ‘gran’ salto aparte. Un salto en el que no has necesitado poderes algunos, y que va a quedar enmarcado para siempre en esta tierra, y fuera de ella.
Para estrella tú, Cristóbal. Por siempre, serás mi Dios.