La DEA norteamericana conectó los puntos de un gran mapa internacional de narcotráfico cuando los teléfonos satelitales contactaron a ambos lados del Atlántico. Un tripulante sirio del buque Mayak, con bandera de Sierra Leona, informaba de la derrota del mercante en aguas de Alborán, mientras un enlace en Estados Unidos coordinaba con los traficantes en Marruecos los pasos para el transbordo de la mercancía. Corría el mes de marzo del año 2014.
En el barco viajaban ocho ciudadanos sirios. Sin vínculos. Sin armador. Frente a las costas de Alhucemas, a 50 millas náuticas de la Isla de Alborán (Almería), los marineros cargaron un alijo de 15.300 kilos de resina de hachís valorado en unos 25 millones de euros. Un golpe de altura. Fue entonces cuando una espectacular operación de abordaje desarrollada por miembros de Vigilancia Aduanera (Agencia Tributaria de España) acabó con la tripulación entre rejas y la droga en un depósito judicial en España.
Destinos
La investigación esbozó las líneas maestras de la llamada Ruta del Mediterráneo Occidental, responsable de una veintena de grandes alijos de hachís, siempre superiores a las diez toneladas, y destinadas a la financiación de redes terroristas y grupos insurgentes en Oriente Medio. La DEA informó a España de la conexión del Mayak con “una investigación en curso sobre el tráfico de hachís en la ruta Marruecos, Libia, Egipto, Siria y Turquía”, señala un auto de la Audiencia Nacional. La agencia antidroga de Estados Unidos, una de las organizaciones más potentes del mundo en lucha contra el narcotráfico, alertó de los nuevos horizontes del mercado negro. Drogas y yihad. Hachís y terrorismo. Europa y Oriente Medio encadenadas por los eslabones del crimen organizado, las rutas del cannabis y los señores de la guerra islamistas.
Los grupos terroristas buscan en la venta de hachís la fórmula para obtener ingresos en la compra de armas. Los decomisos realizados en aguas de Alborán (la mayoría coordinados desde la provincia de Almería) desde el año 2012 repiten el mismo patrón. A saber, tripulaciones sirias o egipcias, barcos de gran porte viejos y sin armador conocido, banderas exóticas y un misterioso destino final.
Un hito
Esta semana, la Guardia Civil culminó la última de estas grandes operaciones, denominada Urca. Un buque con 20 toneladas de hachís quedó amarrado en el Puerto de Almería tras una investigación iniciada en el Estrecho de Gibraltar y centrada en la desarticulación de una organización ramificada en Oriente Medio. La red utilizaba buques en el Mediterráneo Occidental y camiones en la vía terrestre para alimentar organizaciones terroristas en Libia, Siria e Irak, según el teniente coronel Javier Rogero, jefe de la brigada de la Policía de Judicial de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil.
“Se trata de una hito en la cooperación policial internacional con el apoyo de Europol, que conduce directamente a la interrupción de una empresa criminal involucrada en el tráfico de drogas y la generación de ganancias ilícitas a gran escala”, describe Rob Wainwright, director de Europol. “También creemos que la acción ha negado grupos terroristas en la región la oportunidad de adquirir nuevos fondos significativos”. El destino final arrojaba pocas dudas, ya que entre el cargamento se halló un millón de pastillas de una droga llamada captagón y usada en Oriente Medio por los terroristas para generar euforia. Sus efectos se pueden observar en vídeos de Estado Islámico en Siria. Tiene propiedades similares a las anfetaminas.
Otros mercantes cazados en la ruta del Mar de Alborán presentan destinos confirmados en Turquía (Just Reema, 15.000 kilos de hachís, junio de 2015) o Alejandría en Egipto (Moonlight, 14.000 kilos de hachís en septiembre de 2013), según los sumarios. Los márgenes de beneficio son enormes y superan con creces los horizontes del tradicional tráfico de cannabis de la ruta Nador-Almería. Una muestra es el Berk Kaptan, barco turco localizado frente a las costas de la provincia en febrero de 2014. En las diligencias judiciales se valora su carga en 69 millones de euros en el mercado clandestino.
El peligro es muy real. “El tráfico de drogas ha proporcionado fondos para la insurgencia y los que usan la violencia terrorista en varias regiones del mundo, incluso en las regiones de tránsito”, señala la UNODC (agencia de la ONU contra las drogas. “En algunos casos, las drogas incluso han sido la moneda utilizada en la comisión de ataques terroristas, como fue el caso de los atentados de Madrid”. “Traficantes de drogas ilícitas y terroristas no son una entidad misteriosa; más bien son grupos y redes que operan de manera que puedan ser comprendidos, rastreados y neutralizados”, añade.
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