Monseñor Justo Mullor fallece en Roma

Uno de los diplomáticos más importantes en el Vaticano en los últimos años

Monseñor Justo Mullor.
Monseñor Justo Mullor.
Emilio Ruiz
17:46 • 02 ene. 2017

Su cada vez más deteriorado estado de salud no le ha permitido al arzobispo Justo Mullor García disfrutar de la entrada del año nuevo desde su casa del Zapillo, que él consideraba como su lugar espiritual de retiro. Ha fallecido en Roma el pasado 30 de diciembre, en una residencia eclesiástica, en la que permanecía cuando no estaba entre nosotros.
Monseñor Justo Mullor era miembro de una de las familias más arraigadas del municipio almeriense de Enix. Su padre, Modesto Mullor, era funcionario del Ministerio de Fomento por su condición de peón caminero, y como tal fue trasladado a diversas provincias de Andalucía. Fue en la vivienda que la familia tenía alquilada en la calle Moraleda Alta, de Los Vilares (Jaén), donde Justo vino a este mundo el 8 de mayo de 1932. Pese a su corta estancia en el municipio jiennense, Los Villares siempre ha mostrado un reconocimiento especial hacia monseñor Mullor, al que en vida organizó diversos homenajes, uno de ellos con la dedicación de una calle. Era un cariño correspondido.




La última visita a Los Villares la realizó Justo Mullor en el año 2010 y durante su estancia en el pueblo tuvo la oportunidad de visitar la casa donde nació. También el municipio de procedencia de su familia, Enix, le dedicó una calle y le concedió el título de hijo predilecto. Era un gran devoto de la Virgen del Saliente. Donó a su santuario el tapiz que orna la capilla del Santísimo y el collar que rodea el pedestal de la Pequeñica en los días de fiesta.




Cuando Justo es un niño, su padre es fusilado por las tropas franquistas y la familia retorna a Almería. La vida transcurre para él entre la capital, en su casa de la calle La Reina, y el pueblo, Enix. La familia queda en total desamparo, pero su madre es contratada como modista por familias de derechas pudientes de Almería. Estas mismas familias son las que le ayudan a entrar en el seminario. Ingresa en el Seminario Diocesano San Indalecio de Almería y pronto se le observan cualidades para una alta responsabilidad. Se ordena sacerdote en 1954. Se traslada a Roma, donde estudia en el Colegio Español y en la Universidad Gregoriana. En 1957 ingresa como alumno en la Pontificia




Academia Eclesiástica, la escuela diplomática del Vaticano, que llegaría a presidir desde el año 2000. En Roma vive el que se considera como el mayor acontecimiento de la Era Moderna en la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano Segundo, convocado por Juan XXIII en 1962. 




A partir de 1967 monseñor Justo Mullor inicia una vida dedicada a la representación de la iglesia católica en diferentes países y ante organizaciones internacionales. Tras su paso por la Nunciatura Apostólica de Bélgica, en 1970 recaló en la de Lisboa hasta que en 1975 es nombrado observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa, cargo en el que permanece durante cuatro años y donde es testigo de la incorporación de España a dicho organismo.  




El 21 de marzo de 1979 es consagrado arzobispo titular de Emerita Augusta por Juan Pablo II y es nombrado nuncio apostólico en Costa de Marfil, Burkina Fasso y Níger. Tras seis años de permanencia en África vuelve a Europa en 1985 como observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra, en la cual, como ha manifestado en alguna ocasión, no sólo fue representante del Vaticano, sino que también tuvo que prestar su voz a aquellos países más pobres que no podían permitirse tener una representación permanente ante la institución.




En 1991 es nombrado nuncio apostólico en Estonia, Letonia y Lituania, siendo el primer embajador en presentar sus credenciales ante el estado de Lituania. En 1993 organiza la visita del papa a Estonia y en 1994 es nombrado arzobispo de Volsinium. Era un profundo convencido de que el futuro de las tres provincias bálticas estaba en Europa.
Uno de los principales problemas que afronta como nuncio apostólico de la Santa Sede en Méjico es el de los Legionarios de Cristo y la doble vida de su fundador, Marcial Maciel




De destino difícil a otro aún peor. En 1997, en plena ebullición del conflicto de Chiapas, es nombrado nuncio apostólico de la Santa Sede en México, donde permanece tres años. Normaliza las deterioradas relaciones entre la Iglesia y el Estado mexicano, que no duda en calificar su labor como “seria, calificada, inteligente, prudente y sensata”. Organiza la visita del papa al país azteca. Uno de los principales problemas que afronta es el de los Legionarios de Cristo y la doble vida de su fundador, Marcial Maciel. En 2000 es nombrado presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica. En el año 2001 participa, por nombramiento directo del papa, en la Asamblea General del Sínodo de los Obispos. El papa Benedicto XVI acepta su renuncia por edad de la escuela de formación de diplomáticos vaticanos el 13 de octubre de 2007. En 2009 es nombrado miembro de la Congregación para las Causas de los Santos.


"En el Vaticano, decir la verdad, y no precisamente al papa, puede constituir un martirio o el comienzo de un martirio". Son palabras de monseñor Mullor que Arturo San Agustín destaca en su libro Tras el portón de bronce. La realidad vaticana en la era del papa Francisco. "Justo Mullor no es cardenal porque fue él, siendo nuncio en México, el primero que alertó al Vaticano sobre la siniestra verdad del tenebroso padre Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo", destaca el autor.


Completamente retirado de la actividad pública, en los últimos años su vida transcurría entre una residencia religiosa de Roma y su casa del Zapillo. Entre sus principales libros destacan La nueva cristiandad: apuntes para una teología de nuestro tiempo (1968), Año 2000: realidad y utopías (1991) y Entre el Cenáculo y Roma (2011). 


El deseo de Justo Mullor era que sus restos mortales descansaran junto a los de su madre en la catedral de Almería. Así lo dejó dicho, hasta el punto de que los restos de su madre se encuentran en el cementerio 'intra muros' del convento de Las Puras de Almería. 


Se desconoce si Monseñor Mullor verá cumplido su deseo. 



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