Con la mirada clavada en el frente, protegida por el gesto duro de los pómulos angulosos y la tupida barba oscura, Donasu P. recorrió los pocos metros del pasillo desde el ascensor hasta la sala de vistas número dos de la Audiencia Provincial de Almería. Tres agentes de la Policía Nacional flanqueaban al asesino confeso como una prolongación de los grilletes que rodeaban sus muñecas y mantenían sus manos juntas sobre el vientre. Entró resignado, como el condenado camino del patíbulo, pero con una convicción heladora sobre los ‘motivos’ de su agresión. “Sigue siendo mi mujer”, afirmó en la apertura del juicio oral.
La víctima es Mariana M. de 31 años de edad, madre de dos hijos. Según el informe forense del Instituto de Medicina Legal de Almería (IML), recibió 48 puñaladas durante una agresión perpetrada en una chabola el 31 de mayo de 2014. La reconstrucción del ataque evidencia un ensañamiento con el cuerpo de la joven y mutilaciones de extrema violencia.
Ambos de nacionalidad rumana, habían contraído matrimonio en un rito gitano hacía una década, aunque “no tenían papeles” para atestiguar el enlace. Tenían dos hijos de 11 y 8 años y vivían en condiciones precarias en un campamento ubicado al norte del barrio capitalino de El Quemadero, en una zona elevada cercana a la A7. Allí encontraron el cadáver de Mariana M. los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.
Donasu P. de 35 años, en prisión provisional desde su arresto, asume la autoría del crimen. “No recuerdo cuántas, pero le di muchas puñaladas, muchísimas”, confirmó a preguntas del magistrado Jesús Martínez Abad. El acusado aseguró sentirse arrepentido. “Quiero entender cómo pudo llegar a suceder, qué he hecho, pero no lo comprendo”. Sin embargo, ensalza el móvil de la agresión. “No es que la etnia gitana no acepte el adulterio, es que no está bien visto en todo el mundo”, afirmó. Según su versión, halló a su mujer con otro hombre. “La encontró con un hombre en la cama. Él salió corriendo y no pude seguirle. Luego volví a la casa y empezamos a discutir”, explicó.
Huida y arresto
Ningún testigo durante el proceso judicial confirmó esta tesis del adulterio que sirvió de excusa para la agresión machista de Donasu P. Y, más aún, aunque no había denuncia previa de maltrato sí existen declaraciones sobre presuntas “palizas” anteriores a la víctima, tal y como aseveró la fiscal en la primera sesión del juicio celebrada ayer en el Palacio de Justicia de Almería.
Además, dos testigos de la huida del acusado, detenido en una espectacular operación del Grupo de Operaciones Especiales (GOES) de la Policía Nacional en Valencia, apuntan indicios de la plena conciencia del Donasu P. sobre los hechos. Un taxista totalmente ajeno al crimen le llevó hasta la Comarca de Níjar y recordó su frase premonitoria. “La próxima vez que me veas te acordarás de mí”. Mientras, un varón retenido durante su fuga en otro vehículo afirmó que Donasu P. admitió que el crimen era “por honor”.
La Fiscalía solicita penas de 29 años y medio de cárcel por el asesinato de Mariana M., el robo de un vehículo en Níjar y el secuestro de un vecino, al que amenazó para obligar a acompañarle inicialmente hasta Barcelona. Finalmente se quedó en Valencia, donde la Policía Nacional le echó el guante.
Defensa
José Ramón Cantalejo, abogado de la defensa, alega el presunto consumo de alcohol por parte de Donasu P. El acusado afirmó en la sala que había ingerido whisky durante toda la tarde previa al crimen, aunque no supo precisar la cantidad. “Dos o tres botellas”, llegó a declarar ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Almería. “Estaba bajo los efectos del alcohol”.
En la exploración policial de la infravivienda se encontraron dos botellas vacías y un testigo aseguró que el acusado tomó alcohol durante la huida a Valencia. Portaba una botella en una mochila o bolsa. Sin embargo, ninguno de los testigos afirmó ayer en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Almería que Donasu P. de 35 años mostrara evidencias de estar bebido y, en ningún caso, afectado en sus facultades como se presume con la ingesta de dos botellas de whisky.
Tampoco constan análisis de su alcoholemia o informes médicos sobre una supuesta alteración de sus capacidades volitivas. En cambio, todos los testigos hablan de un sujeto “muy nervioso” y de menciones a sus hijos. El asesino confeso de Mariana M. fue detenido gracias a una rápida operación de la Policía Nacional de Almería y Valencia que contaron con el aviso de un familiar del propio sospechoso, que alertó a los agentes tras descubrir el crimen el 31 de mayo de 2014.
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