Emilio Sáez tiene 70 años, nació y vive en América. No por casualidad. Hijo de madre soltera, no supo hasta hace muy poco que su bisabuelo paterno era natural de Almería, de donde partió a Cuba durante la guerra de 1898 para ya nunca volver. Ese descubrimiento fortuito despertó en Emilio una necesidad tan honda de conocer quiénes eran sus antepasados que el último mes de julio se desplazó a tierras almerienses para investigar en los archivos. Pudo averiguar algunas cosas más, pero sigue esperando algunos documentos para poder “aclarar tantas interrogantes”.
El de Emilio no es un caso aislado. Son centenares los descendientes de almerienses que protagonizaron la emigración por medio mundo de los siglos XIX y XX que han convertido la búsqueda de sus raíces en un interés vital que, en ocasiones, les ocupa muchas horas, viajes y gastos.
Una pasión
Pero la Genealogía también es una pasión en la que se zambullen a diario cientos de personas que escudriñan los archivos en busca de información histórica relevante, de sus propias familias, o de otras. Rafael Ibáñez, nacido en un pueblecito de Barcelona, hijo, nieto y bisnieto de almerienses de Felix, Pechina, Gádor, Huebro o Níjar, se dedica, ahora que está jubilado, a ese tipo de búsquedas. “En mis ratos libres tengo el hobby de la Genealogía, aparte de mi árbol he hecho unas cuantas decenas de ellos, ayudando a quien me lo ha pedido”, relata.
La ayuda mutua es uno de los bastones sobre los que se apoyan quienes investigan en sus pasados familiares o en los de otros. Y es que las fuentes primarias de información, fundamentalmente los documentos públicos que obran en el Registro Civil y en archivos parroquiales (partidas de nacimiento, de defunción, de matrimonio…) plantean en ocasiones dificultades de acceso, sobre todo para quienes viven fuera, alegan los investigadores.
Consulta de documentos
La principal queja se refiere a la imposibilidad de consultar on line los libros parroquiales que custodia el Archivo Diocesano, con sede en el Obispado. “Una vez acabado el Registro Civil no hay manera de avanzar, una verdadera lástima”, señala Ibáñez, aunque no es el único que así se expresa. Quienes plantean esta opción argumentan que hay otras provincias españolas cuyos archivos parroquiales sí están digitalizados y disponibles en abierto en internet, lo que facilita las búsquedas a las personas que no residen en el territorio. En ese sentido, aseguran que se han mandado cartas al Obispo de Almería y han hablado con el vicario de la Diócesis, sin éxito. “Es muy fácil desde casa poder investigar las partidas sacramentales de los pueblos que están digitalizados y cuando me encuentro antepasados de lugares que aún no lo están, me cuesta muchísimo esfuerzo poder localizarlos”, relata L. O. B., una profesional del márketing que ha reconstruido su árbol familiar hasta el siglo XVII.
Tres mil libros sacramentales desde el siglo XVI
El Archivo Diocesano custodia en torno a tres mil libros sacramentales procedentes de las parroquias de la provincia. Cada uno de esos ejemplares contiene, a su vez, varios miles de partidas (nacimiento, bautismo...) a partir del siglo XVI, ya que la obligación de mantener los registros solo opera desde el Concilio de Trento, según ha explicado el responsable del Archivo, Victoriano Montoya. El más antiguo de Almería data de 1.519 y es el libro de bautismos de Fiñana.
Hasta la creación de los registros civiles, en el siglo XIX, los libros parroquiales son la única fuente de información para conocer datos relativos a la población de los pueblos y ciudades.
En estos momentos el Obispado de Almería está acometiendo la digitalización de algunos de los libros más antiguos y en peor estado de conservación, pero ese trabajo está enfocado a la preservación de los originales, no a crear un archivo on line abierto para consultas exteriores, algo que se descarta, pese al planteamiento de los interesados en la Genealogía.
Para estos, que mantienen contactos por redes sociales como medio de colaboración, la negativa supone una frustración y un problema añadido, habida cuenta de que en buena medida las personas interesadas residen en otros países. Como Emilio, que se desplazó desde Miami para buscar a sus antepasados y todavía espera la inscripción de nacimiento de su abuelo. Pero él no desiste. “El destino sin tú quererlo sale a tu encuentro”, sentencia.
Habla la Iglesia
El Obispado, por su parte, tiene un punto de vista bien distinto. “No es nada extraordinario que los archivos no estén accesibles on line, en nuestro caso lo establece la normativa de los obispos del Sur, en esta época de comodidad queremos todo en pantalla”, señala el responsable del Archivo Diocesano. Victoriano Montoya, quien considera que la Genealogía “es un capricho” precisa que los documentos sí se pueden consultar, pero siempre en el propio Archivo, que, según argumenta, recibe numerosas visitas no solo de interesados en la Genealogía sino también de otros investigadores. Hasta el punto de que hay días en que los ocho puestos disponibles son insuficientes. Pero Montoya abunda en algo más. “¿Y por qué lo de buscar on line? ¿No será por los mormones?”. El archivero de la Diócesis se refiere con ello a una iniciativa propiciada a nivel mundial por este movimiento religioso, que se ofrece a digitalizar archivos e incluso costear todo el gasto y que ha derivado en una web (familysearch.org) donde se puede buscar sin restricciones. Un proyecto al que la Iglesia católica ve un motivo oscuro e interesado.
“Ellos hacen una relectura de San Pablo en la que realizan bautismos por los muertos; controlando los archivos parroquiales, controlan la información”, aclara Montoya. “Los archivos son patrimonio de la Iglesia y de los almerienses”, recalca, al tiempo que poner en valor el hecho de que, al ser obligado venir a Almería a consultar, “se facilita que venga gente y pase unos días, al menos de 150 a 200 personas vienen al año por este motivo”. “Tendrían que darnos la Medalla al Turismo”, bromea.
Para los aficionados a la Genealogía, la perspectiva es otra: “cuesta mucho tiempo y dinero, y hay gente que no puede venir”.
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