Cuentan los mayores de Almería que cuando Salvadora Navarro aparecía a lomos de una mula por la Feria, se paraba el mundo. Nadie montaba como ella una yunta y nadie lucía el traje de gitana como ella lo hacía, montada en el coche de caballos al lado de su padre, el propietario agrícola Juan de la Cruz Navarro Gay, con el Chirivías silbando en el pescante. Acaba de fallecer con 90 años una de las mujeres -dicen- más guapas de la historia de Almería. Nació en 1929 pero fue mujer de la Postguerra, de esos años 40 y 50 en los que Almería era un pueblo de verdad, en el que nadie escapaba a la leyenda de su belleza proverbial, de su elegancia natural vistiendo trajes de noche en el Casino, con otras jóvenes de su tiempo como Flor Laynez, Pilar Apoita o Jacobina Vértiz o recibiendo cientos de miradas cuando se apoyaba en el palco de los toros.
Cuando el gran Luis Guerry colocó un retrato suyo en el escaparate del Paseo, había colas para verla, con una pose que recordaba a Silvana mangano en Arroz Amargo.
Era la sobrina preferida de Jesús de Perceval, por parte de su mujer Trina de la Cámara, y sus manos finas, acostumbradas a esos guantes de raso tan en boga en los bailes de la época, le sirvieron de modelo al artista para algunas de sus obras escultóricas.
Su padre fue presidente de la Cámara Agraria, alcalde de Viator, con amplias posesiones en La Juaida. Poseía uno de los coches de caballos más lustrosos de aquellos años de racionamiento. Era un espectáculo ver aparecer el coche de Juan de la Cruz en los días de corrida con la familia a bordo y con Salvadora levantando pasiones. Por esos años 50 se organizaban por feria concursos de carretas engalanadas y siempre ganaban Salvadora y su hermano Juan, con el número 33.
En el año 1953, Salvadora fue elegida Reina Regional Almeriense en la Feria Internacional del Campo celebrada en Madrid por un jurado presidido por el director general de Prensa, el gerifalte vinculado a Fiñana Juan Aparicio, y el delegado nacional de Sindicatos, Solis Ruiz, que fue luego ministro de Trabajo.
Un año más tarde, Salvadora representó a Almería en los Juegos Florales de Zaragoza, vistiendo el traje regional, ante Esteban Bilbao, presidente de las Cortes Españolas. Y también fue reina de la Feria de Ganado y del Día de Almería en la Fiesta Nacional de Educación y Descanso. No había sarao, certamen, concurso o reválida, en la que Almería no acudiera en esos años con Salvadora como estandarte de la belleza urcitana, como la novia perfecta de todos los jovenzuelos almerienses. Pero ella terminó eligiendo a uno, a Antonio Acosta García, un decorador del que se enamoró y con el que tuvo cuatro hijos.
Desde entonces, fue desapareciendo de los escaparates de los fotógrafos, de la grupa de los equinos, para centrarse en su familia.
Pero siempre quedarán en la memoria de los mayores esos ojos italianos brillando en los tendidos de la Avenida de Vilches y esa gracia única para montar a caballo.
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