Fue en Enero de 1986.
Uno de mis primeros casos en Almería.
Enfrente a D. Fausto Romero. Sus referencias: de los abogados mas eminentes de la ciudad y provincia, profesor universitario, reconocido político.
Por mi parte, acabada de aterrizar en Almería por motivos deportivos e intentaba abrirme camino en la abogacía.
Con la conformidad de nuestros clientes alcanzamos un acuerdo.
Después el suyo, instaurado en su posición ventajosa por el acuerdo alcanzado, quiso conseguir más.
D. Fausto le dijo que esos no eran los términos acordados, su cliente insistió en su posición e interés.
Me llamó para decirme que dejaba el caso, que dejaba a su cliente, que su lealtad profesional estaba por encima de su vinculación con su cliente.
Así era Fausto en lo profesional,que es lo personal.
Y así lo cuento cada año a mis alumnos, futuros abogados, en la Universidad de Almería.
Desde entonces lo llamaba mi MAESTRO. En lo profesional, y , conforme lo fui conociendo, en lo personal.
Más de cuarenta años de vivencia; incluidos los ratos gastronómicos; algunos en los que, con ese apabullamiento de vida que siempre llevabas por bandera, te pedias de postres unas lentejas.
Hoy, en San José, te rindo homenaje, con Belén, con un excepcional, Albariño.
Tu ultimo acto público y bien sabias tu que lo era: la recepción de la medalla de la Diputación Provincial el 18 de Noviembre del año pasado; desplegando ese inmenso amor que sentías hacia la vida, hacia Cristina y Fausto, hacia tus nietos, Fausto y Alejandro, hacia Almería y sus gentes, terminabas tu alocución:
“ A este mundo venimos a dos cosas: a querer y a ser queridos”.
Querer has querido mucho, Fausto, pero no es comparable al cariño que te profesamos todos los que hemos tenido la dicha de compartir tu vida.
Asi es que, me termino la última copa de Albariño, te mando un beso y te pido que cuides de todos nosotros.
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