Después de la polémica sobre el pin parental y ante la posibilidad de que en esta Legislatura se avance en la eliminación de los conciertos educativos, las Escuelas Católicas de Andalucía, en su mayoría con centros concertados, muestran su visión sobre la situación actual de la educación y las necesidades más urgentes con las que cuenta.
Con los últimos coletazos de la polémica sobre el ‘pin parental’ y con las dudas sobre el futuro de los conciertos educativos, el secretario general de Escuelas Católicas de Andalucía, Carlos Ruiz, da la visión de estos centros.
En plena polémica sobre el ‘pin parental’, ¿cuál es la postura de la patronal de las Escuelas Católicas?No estamos de acuerdo con el ‘pin parental’ y además considero que esta ha sido una polémica innecesaria y posiblemente gestada con una intencionalidad nada vinculada a la educación, porque mientras se está hablando del ‘pin parental’ no se hace de otras carencias que tiene la educación. Es una polémica estéril porque los padres cuando llevan a sus hijos a un centro educativo ya conocen el ideario, el proyecto educativo, saben la formación y educación que se va a transmitir, y están de acuerdo con ello. En nuestros centros tenemos una visión del hombre, del mundo y de la historia basada en unos principios cristianos que ellos saben. Además, todos los centros, públicos o concertados, tienen que tener su propio proyecto educativo que debe conocer la familia. Nosotros no estamos a favor de ese pin.
La polémica se centra sobre todo en actividades vinculadas a la educación sexual, violencia de género... En sus centros también hay actividades de esto tipo, supongo.Claro, pero siempre dentro de nuestros valores. A las escuelas católicas siempre las ha caracterizado, además de tener una visión propia, el ser respetuosos con aquellos que tienen otra manera de pensar y de actuar. Somos centros de inspiración cristiana pero también estudian allí alumnos de otras religiones, y conviven sin problemas. Se tratan temas políticos, educación sexual y nunca ha habido ninguna dificultad.
La sombra de la finalización de los conciertos educativos está sobrevolando con el nuevo Gobierno. Cuando se habla de la supresión de los conciertos lo que más me preocupa es saber que hay quienes tienen miedo a la libertad. Los padres, tal y como está reconocido en el artículo 27 de la Constitución, tienen el derecho para poder elegir el tipo de educación más adecuada para sus hijos, independientemente de la declaración desafortunada de la ministra Celaá. Si los padres tienen ese derecho, ¿por qué hay que temer esa libertad de elección? ¿Cuál es el motivo por el que se quiere imponer y privar de esa capacidad de elección? Cuando llevo a mi hijo a un colegio donde pasa desde los 3 a los 17 años, se eduque conforme a los valores que en mi familia se quieren trasmitir. La escuela concertada tiene además una función social, muy clara, y que no se quiere ver. Si no existieran conciertos y solamente hubiera centros públicos y privados, ¿quiénes podrían acudir al privado? Únicamente aquellos que tienen un poder adquisitivo alto, los demás estarían obligados a estar en un público, sin posibilidad de elección. Por consiguiente, a quienes favorece es a aquellas familias que menos recursos tienen para que tengan la posibilidad de poder elegir.
¿Es esto una lucha entre la educación pública y la concertada? Jamás debe ser una lucha contra la pública. Esa no es la lucha. La lucha pasa por tener la mejor educación posible, en la que quepamos todos, y dentro de ese marco, abrir el abanico para que los padres puedan elegir. Vivimos en una sociedad democrática y plural, y la educación también tiene que serla. En nuestros colegios hay gente de derechas, de centro, de izquierdas, de extrema izquierda. La formación que transmitimos es plural. No se puede decir que todos los que han estudiado en los centros católicos responden al mismo perfil, de hecho es posible que muchos de los que están criticando los conciertos se hayan educado en ella.
Pero ¿cree que se puede acabar con los conciertos de un plumazo? No es tan fácil. Llevar eso es ir contra la voluntad de muchas familias. Aquí los padres también tienen una voz muy importante que yo creo que se dejará escuchar. Creemos que los padres, si no se llega a un acuerdo, encontrará el camino para que se les escuche.
¿Es la concertada una educación clasista?Es algo falso. Nosotros nos regimos por la misma ley de admisión de alumnos que la pública. ¿Saben los políticos que quieren el fin de los conciertos que el 99% de los padres a nivel nacional están a favor de que exista enseñanza concertada? Y más del 90%, además que esté suficientemente financiada. Los políticos tienen que recoger la voz de la calle. Siempre he defendido que el debate de la educación entre los políticos es ficticio, estéril, ideológico, y sin embargo, el de la calle es otro diferente.
Pero la mayoría están en los centros de las ciudades, en zonas acomodadas.Estamos en todos los sitios. En Andalucía hay más en centros fuera de los grandes núcleos que en ellos. La mayoría son colegios con una o dos líneas y con alumnado de todo tipo, con y sin medios. Y casi nunca se habla de la labor social que hace. En Almería hay centros como los de Los Almendros y La Chanca, que están en zonas desfavorecidas y en los que se están llevando a cabo metodologías para conseguir la inclusión, para trabajar también con las familias, todo para evitar que los alumnos puedan terminar con abandono escolar temprano, y eso se hace en todos los puntos de España.
¿Cuáles son para usted las urgencias de la educación entonces?Hay que dar tranquilidad a la educación. Siempre hemos defendido que tiene que haber un pacto social y político por la educación, que dé estabilidad y que no esté a la espera de que gobierne uno u otro. Los políticos tienen que empezar a pensar en conjunto y olvidar sus intereses partidistas.Tenemos problemas graves en educación y se resuelven entre todos. El fracaso escolar es un tema que está ahí y hay que verter todo nuestro esfuerzo. Pero mientras discutimos de otras cosas, no hablamos de eso.
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