Desde su reapertura a finales de julio tras más de tres meses cerrada al turismo, la Catedral de Almería mantiene un goteo constante de visitantes. No son las cifras de antes de la crisis del coronavirus, pero la afluencia no cesa y eso en los tiempos que corren no deja de ser una “sorpresa de lo más inesperada”. “Estamos contentos”, dice Mercedes Gómez, mientras se prepara para dar la bienvenida a una pareja que aún parece dubitativa sobre si hacer el recorrido por el que es el templo madre de todas las iglesias de la provincia.
Mercedes es la responsable de atender a aquellos que se animan a llevar a cabo la visita cultural a este Bien de Interés Cultural (BIC) declarado Monumento Histórico Artístico en 1931. También está al frente de la tienda a la que se accede por la calle Velázquez, en la fachada que mira al poniente de la Catedral. Se encuentra algo más abajo de la llamada portada de los perdones, que reproduce a pequeña escala elementos de la principal, incluido un guiño al obispo Villalán, principal impulsor de la construcción del templo.
Frenazo del turismo internacional
Ante el frenazo del turismo internacional, andaluces, madrileños y catalanes son los que más están visitando en este verano atípico la única catedral erigida en el siglo XVI que también fortaleza. Las rutas guiadas en grupo no pueden superar las veinte personas. No obstante, lo habitual es que el recorrido sea individual o en pareja al amparo de una audioguía a la que las nuevas medidas de seguridad han dejado en un humilde código QR impreso en un papel que se escanea a través del móvil. “Si alguna persona mayor no puede o no sabe utilizarlo, le facilitamos uno de nuestros dispositivos correctamente desinfectados”, sostiene.
“Valencia, Galicia y Asturias son otros de los lugares de origen más frecuentes; la gente de Almería solo viene si acompaña a alguien de fuera; ellos solos no, porque ya se la conocen”, reflexiona Mercedes. Partiendo de la premisa de que muchos ciudadanos confiesan que nunca han subido a la Alcazaba, cabe preguntarse: ¿conocen realmente los almerienses su Catedral y las joyas artísticas que atesora?
Del claustro a la sala capitular
El inicio del recorrido nos sitúa ante un cartel que recuerda el uso obligatorio de la mascarilla durante toda la visita. De fondo, un claustro de finales del siglo XVIII contiene el aliento ante la contemplación de sus treinta arcos de medio punto que descansan sobre columnas jónicas. Y nos hace imaginar procesiones claustrales, como la de las reliquias de San Indalecio, que no están al alcance de la mirada de los curiosos.
Ya en el interior, en la nave de la epístola, se suceden tres capillas. Una vigilante llama la atención a dos turistas que aprovechan un recodo para airearse de la mascarilla. Uno observa un lienzo de Andrés García Ibáñez que muestra al obispo de Almería, el beato Diego Ventaja, junto a los hermanos de la Salle, martirizado en agosto de 1936. El otro, un poco más lejos, una pila bautismal hecha con mármol de Macael. Instantes después, dirigirán sus pasos hacia la Capilla del Sagrario, con un retablo del indaliano Jesús de Perceval y pinturas de Juan Ruiz Millares.
En el altar del trascoro, entre mármoles, ágatas y alabastros, la imagen de la Inmaculada Concepción brilla desde la hornacina central. Ni aquí, ni frente al impresionante coro de madera de nogal que evoca el Renacimiento, es difícil guardar la distancia de seguridad por la amplitud y grandiosidad del edificio.
Campaña #YoApoyoTurismoNacional
La Catedral de Almería reabrió sus puertas el pasado 23 de julio para reencontrarse con el público en el marco de la campaña #YoApoyoTurismoNacional, a la que se han unido decenas de monumentos en toda España, y cuyo fin es animar a los usuarios a apostar por destinos turísticos nacionales, no sólo para descubrir la belleza y patrimonio que ofrece el territorio nacional, sino para apoyar el sector, gran motor económico de nuestro país, y favorecer su recuperación tras esta crisis sin precedentes.
Asimismo, la Catedral garantiza el cumplimiento de las medidas de seguridad y sanitarias, por lo que recomienda la compra de entradas a través de nuestra web para evitar colas y esperas.
Además de los requisitos generales de seguridad, tales como el uso de mascarillas, gel hidroalcohólico o el mantenimiento de la distancia de seguridad, la Catedral de Almería ha tomado medidas como la desinfección del dispositivo de audioguía tras su uso para garantizar la seguridad de todos los usuarios. Siempre que sea posible esta será sustituida por un código QR para escanear en el móvil.
Distribuidas a lo largo de varios bancos, ya que estos solo admiten a tres personas por unidad, dos parejas observan el altar mayor que contiene la urna de plata con parte de las reliquias del obispo fundador, San Indalecio.
Ya en la sacristía mayor, un panel advierte de que el aforo máximo es de ocho personas. Allí, bajo la bóveda de medio cañón, se custodian los libros y vasos sagrados. Y un visitante se afana por observar la pintura que preside esta estancia de decoración renacentista: un Cristo de Burgos al que el paso del tiempo parece mantener oscuro de más. “Falta iluminación en la sala”, se queja en voz alta como leyendo mi pensamiento.
También hay que dosificar la entrada de turistas a la sala capitular que, con sus doce pilastras corintias, es el lugar de reunión del Cabildo de canónigos. Una imagen de la Virgen con el niño, un lienzo anónimo del siglo XVII restaurado recientemente, destaca entre todo el conjunto.
De 10.30 a 15.30 horas y de lunes a sábado, un horario temporal motivado por la crisis sanitaria, curiosos y amantes del patrimonio pueden aprovechar para descubrir la Santa Apostólica Iglesia Catedral de la Encarnación. La entrada individual cuesta 5 euros, con reducción de precio para jubilados y estudiantes y gratis para menores de doce años.
Y aviso a navegantes, la gente empadronada en el municipio de Almería entra de forma gratuita. “El resto de la provincia sí paga”, concluye con picardía Mercedes, a la que la mañana parece no darle tregua.
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