Los terremotos vuelven a primer plano de actualidad tras los ocurridos en el entorno de Granada, que se dejaron sentir en una amplia área geográfica que incluye algunos de los municipios almerienses situados en el extremo occidental de la provincia.
Por otra parte nada extraordinario atendiendo a la constante actividad sísmica que presenta la provincia de Almería, donde se registran prácticamente a diario temblores de tierra, aunque habitualmente de baja intensidad ya que apenas son percibidos por los ciudadanos.
Mapa de riesgo
Pero no hay que ignorar que toda la provincia, como las limítrofes de Granada y Murcia, forman parte del Mapa de Peligrosidad por riesgos sísmicos que elabora y actualiza el Instituto Geográfico Nacional.
Las provincias del sureste español son, de hecho, las que presentan los niveles más elevados de actividad sísmica y, en consecuencia, las que están consideradas como las área de mayor riesgo de sufrir daños con la llegada de terremotos que podrían acercarse a esos 6 grados de magnitud que suponen la barrera entre un temblor de tierra moderado o uno más catastrófico.
Por debajo de esos 6 grados las consecuencias pueden ser también importantes y la intensidad de un terremoto puede ser igualmente muy dañina, como ocurrió en mayo de 2011 en la localidad de Lorca, con nueve muertos y más de 350 heridos, además de daños importantes en casi el 80 por ciento de los inmuebles de la ciudad... y el terremoto apenas sobrepasó los 5 grados en la escala de Richter. Fue el hecho de tener el epicentro muy cerca de la superficie lo que intensificó sus consecuencias.
Las descargas
Jesús Galindo, subdirector del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Granada, destaca, en una entrevista publicada por la Fundación Descubre, el alto riesgo sísmico en el que se encuentra Andalucía, especialmente en su zona más oriental, como consecuencia de la colisión de las dos grandes placas tectónicas existentes en este área, la africana (denominada Nubia) y la euroasiática.
La fricción entre ambas placas, que se produce en una extensión de más de 300 kilómetros, acumula tensiones que podrían dar origen a terremotos de intensidad alta. Sin embargo, los análisis que se realizan muestran que las series de movimientos sísmicos de menor magnitud e intensidad sirven para ‘relajar’ la actividad sísmica en las grandes fallas, con lo cual se produce una ‘relajación’ del sistema que tiene la virtud de evitar, o al menos aminorar el riesgo de sufrir un gran terremoto.
Falla de Balanegra
El sismólogo andaluz pone como ejemplo la Falla de Balanegra, en el Campo de Dalías, elegida como zona piloto por el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, en la que se ha realizado un trabajo de monitorización durante varios años “y hemos medido cómo se iba acumulando la deformación. Hemos logrado ver cómo la actividad sísmica en una zona próxima consiguió relajarla, evitando el riesgo sísmico”, indica Galindo.
Pasado ese riesgo, tras él se ha iniciado un nuevo periodo en el que se sigue acumulando la deformación. El investigador señala que ahora están “a la espera de que ocurra una serie sísmica asociada a esa falla, que se monitoriza por primera vez y esperamos que los resultados nos permitan avanzar en el campo de la predicción de sismos, válidos al menos para esta falla”.
La provincia de Almería está influenciada de lleno por una franja de contacto entre las placas tectónicas euroasiática y africana, una profunda fractura que se extiende desde el Campo de Dalías, recorre prácticamente toda la provincia y se extiende hasta la vecina Murcia, zona donde tuvo lugar el último de los grandes terremotos con impacto, el de Lorca en el año 2011.
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