Carlos de Paz se sumerge en la playa cada mañana haga frío o calor. Tras guardar en una bolsa impermeable unas pocas pertenencias, se mezcla entre los peces, que ya casi lo perciben como una especie marina más. Allí, tan importante como las gafas de buceo, el tubo y el traje de neopreno es la cámara acuática de fotos que le permite retratar la belleza de los fondos del litoral almeriense. También nuestras miserias porque al lado de la raya látigo, la estrella de mar y las aves que se posan un momento en las rocas a recobrar el aliento, conviven botellas de plástico, mascarillas, bolsas, latas, capazos y envases que representan la poca vergüenza de algunos irresponsables que abandonan su basura en plena naturaleza conscientes de que, en el mejor de los casos, tardará años en descomponerse.
El creador almeriense aclara que no es fotógrafo submarino, un área de especialización por la que siente “muchísimo respeto”, y quita cierta importancia a unas imágenes “acuáticas o marinas sin más”. Más que suficientes para denunciar un desastre medioambiental que contribuye humildemente a evitar, ya que entre instantánea e instantánea tiene tiempo para recoger basura que previamente fotografía en una suerte de bodegones que hablan muy mal de nosotros como sociedad. Tras plasmar los desechos, los echa en una red para sacarlos de la playa y depositarlos donde siempre debieron estar: en el contenedor.
Y aunque la presencia de mascarillas entre la suciedad hace pensar en que no llevan bajo del agua mucho más allá del inicio de la pandemia de la Covid-19, en otros casos el tiempo aumenta de forma considerable tal y como evidencia el hecho de que el fondo marino parece haber colonizado botellas y cajas de plástico hasta el punto de que se han mimetizado con el entorno.
Carlos de Paz hace las fotos mientras nada. Y si bien su “territorio de observación” suele abarcar desde “El Zapillo, en todas sus playas, y El Cable Francés hasta el Espigón de la Térmica o de los gatos”, la experiencia dice que durante el periodo vacacional esta falta de civismo es común a otras zonas del litoral provincial.
Un problema de todos
Desde el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM), se rasgan las vestiduras ante el problema de que “a nadie parece importarle en exceso que todo esté hecho una porquería”. Su portavoz, Antonio Fernández, lamenta en declaraciones a LA VOZ lo mucho que tardan las administraciones en reaccionar ante cualquier situación de acumulación de basura, sea o no en los fondos marinos. Por otro lado, continúa, las circunstancias se agravan debido a que la sociedad está poco o nada concienciada.
“Las personas no se paran a pensar en que probablemente mañana se sienten sobre la porquería que han dejado ellos o sus vecinos o en que puede que un familiar se corte un pie con un trozo de vidrio abandonado en la playa y que el agua esté sucia y con plásticos flotando; ellos se siguen bañando sin levantar la voz y sin quejarse porque en muchos casos no deben hacerlo, ya que son ellos mismos quienes producen esa basura”, explica Fernández.
En este sentido, desde el Grupo Ecologista Mediterráneo (GEM), recuerdan que Almería cuenta con un litoral “maravilloso, pero lamentablemente sucio” y consideran que “esto juega en contra una provincia que aspira a ser un ejemplo de turismo ‘limpio’ con aguas cristalinas y calas vírgenes” y “en contra de nuestro futuro como destino turístico”. “Si no somos capaces de mantener limpios nuestros fondos, probablemente no merecemos vivir en ellos”, insisten.
Por último, desde el GEM hacen un llamamiento a la responsabilidad de la sociedad almeriense y reiteran que la basura abandonada, “más tarde o más temprano, se volverá en nuestra contra”. “Probablemente mucha de esa porquería nos la comamos a través del pescado en forma de microplásticos y metales pesados, pues gran parte de los contaminantes acaban formando parte de la cadena trófica, lo que también perjudica a nuestro sector pesquero. No olvidemos que el pescado de proximidad se supone que es el mejor del mundo, pero que eso es imposible si nuestros fondos no están limpios”, concluyen.
¿Peces o basura? Aún estamos a tiempo de decidir qué fondos queremos.
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