Las casas del barrio de la Caridad están a punto de cumplir 130 años y lo harán revestidas de una dignidad absoluta, ya que la mayoría ha conservado sus fachadas intactas, como las levantaron las manos de los obreros que a lo largo de cuatro meses trabajaron en su construcción.
Las variaciones han sido las lógicas que han ido marcando los tiempos y en trece de las veinte viviendas que componen la barriada se aprecia la mano de sus propietarios que han reformado los muros de entrada y han levantado una planta más para hacerlas más amplias. A pesar de estos cambios, las casas no han perdido su esencia, ese alma de vivienda obrera, tan característica de Almería.
También se conserva el letrero con la inscripción que resume la historia de este barrio levantado sobre las piedras del cerro de las Cruces, entre el arrabal del Hoyo de las Tres Marías y las tapias del cortijo de la familia Fischer. El barrio nació de una catástrofe, la inundación del once de septiembre de 1891, y de un gesto de generosidad y caridad infinito, el de la prensa de Madrid que se encargó de reunir el dinero necesario para que algunas de las familias damnificadas tuvieran una casa donde poder vivir.
Esos periódicos que con sus crónicas diarias y sus testimonios desgarradores conmovieron el corazón de todo el país, dejaron su huella debajo de los cimientos de la primera vivienda que se construyó. Si excaváramos unos metros, encontraríamos un tubo de plomo con el acta del día en el que se colocó la primera piedra con la firma de las autoridades y varios ejemplares de los periódicos El Liberal, La Época, El Globo y La Iberia, además de los diarios locales El Ferro-Carril y La Crónica Meridional, que también jugaron un papel fundamental en los meses posteriores a la trágica inundación, apoyando las iniciativas particulares y abriendo suscripciones.
El lugar escogido para la puesta en marcha del nuevo barrio fue el cerro de las Cruces, al norte del centro de la ciudad, un balcón desde donde en aquellos años se podía contemplar toda Almería y el mar en toda su amplitud. Los terrenos no se escogieron al azar, sino por una generosa donación de la familia Cañadas, propietaria de aquellas tierras.
El lunes 23 de noviembre de 1891, dos meses después del triste suceso, se colocó la primera piedra, iniciándose los trabajos que se prolongaron durante cuatro meses sin apenas interrupción, bajo la batuta de los arquitectos Enrique López Rull y Trinidad Cuartara Cassinello.
En enero de 1892, cuando las obras estaban en la mitad del camino, se abrió un concurso para la adquisición de las veinte casas del barrio de la Caridad y otras veinte que por el mismo motivo se empezaron a construir en Los Molinos, en lo que después fue el barrio de la Misericordia. Para poder optar a alguna de estas casas los solicitantes tenían que reunir varias condiciones: haber perdido por efecto de la inundación o a consecuencia de ella algún familiar; habérsele derrumbado la casa siendo de su propiedad o haber sufrido en sus bienes daños de tal extensión que se encontrara en completa ruina.
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