El 1 de julio del año 1989, María del Rosario Prieto Arjona y Carmen Dolores Rodríguez Navarro se presentaron al servicio de la Comandancia de la Guardia Civil de Almería. Con apenas 20 años y estudios universitarios de Empresariales y Magisterio, las jóvenes cambiaron los libros por un uniforme verde diseñado para el cuerpo del hombre. Aquellos días de verano las miraban “con rareza” dentro y fuera de los cuarteles. Eran nuevas en una familia anclada en un siglo y medio de tradición masculina. “A la gente le resultaba extraño ver a una mujer con una pistola”, recordó entonces Carmen Rodríguez.
Hoy, 34 años después del aquel hito para el colectivo, otras mujeres transitan el camino de la igualdad y la modernización de la Guardia Civil. En una mesa de la Comandancia de Almería, la cabo primero Olalla P., la guardia civil Ana N., la guardia civil V., la guardia civil Ana María C. y la teniente María S. conversan sobre experiencias, inquietudes y retos en sus carreras.
Su relato apunta orgullo y vocación de servicio público, común en todas ellas, pero un cierto espíritu constructivo sobre la igualdad de género y el papel de la Guardia Civil. “El objetivo sería que no tuviese que reivindicarse la igualdad, pero creo que todavía tenemos que dar una imagen para que chicas como yo vean mujeres en la Guardia Civil”, explica la teniente María S.. “No significa que por ser mujer tengas que meterte en la Guardia Civil, solo significa que si realmente te gusta, no tengas miedo de hacerlo porque tienes las mismas capacidades”.
“No sufrimos discriminación en los puestos de trabajo, la oposición está ahí para todo el mundo y también las especialidades que nos tenemos que preparar. Por tanto, no se trata de reinvindicar la igualdad en la Guardia Civil sino en el conjunto de la sociedad, es una cuestión de visibilidad”, reflexiona, Ana N., actualmente destinada en el Seprona.
La Benemérita cuenta con aproximadamente un 8 por ciento de mujeres en su plantilla, la cifra más baja de todas las fuerzas de seguridad del Estado, aunque ha crecido progresivamente en los últimos años.
Nuevo ingreso
Además, en las últimas ofertas de empleo para el cuerpo, las peticionarias en la provincia de Almería era casi el 35 por ciento del total de candidatos. Esta tendencia también se aprecia en el conjunto del país y se ha marcado como objetivo prioritario en los planes de igualdad.
“Queremos enseñar que existen mujeres en casi todos los puestos de la Guardia Civil y que se puede acceder libremente, sin diferencia entre chicos o chicas”, anima Ana María C., destinada en el Servicio Fiscal en el Puerto de Almería.
Las más veteranas comparten anécdotas sobre los primeros años de carrera, cuando la uniformidad no estaba adaptada e incluso las instalaciones. No obstante, apuntan avances sustanciales. “Creo que la Guardia Civil ha sabido adaptar los medios a su alcance para que la mujer esté plenamente integrada a día de hoy”, asevera Vi, destinada en Seguridad Ciudadana. “Ha cambiado mucho y está cambiando”.
Hablan de mejoras en asuntos más triviales como los famosos problemas de los tallajes. “Me dieron uniforme de chico, con tallas de chico”, recuerda Ana María C.. “Además nos dieron un bolso y tacones”, apostilla la cabo primero Olalla P, durante muchos años en la EMUME y hoy en la seguridad de El Acebuche.
Servicio público
Pero hablan también de cosas determinantes como la plena integración en los servicios y la profesionalidad en la protección de la seguridad ciudadana, objetivo primero de cualquier agente.
“En una actuación normal, incluso, ser mujer llega a calmar ciertos ánimos”, explica Olalla P. “Antes quizás había desconcierto cuando la gente veía a una mujer de uniforme, pero nunca una falta de autoridad”, añade Ana Navarro. “En algunas actuaciones como peleas o discusiones de pareja, nosotras hemos conseguido que nos hagan un poco más de caso y apaciguamos el ambiente”, dice Ana María C.
Todas ellas reconocen avances sustanciales y niegan haber sufrido situaciones de discriminación en el cuerpo. Eso sí, coinciden en la necesidad de mejorar la conciliación de la vida familiar y profesional, pero sin renunciar a los deberes y responsabilidades de vestir ese uniforme. “Nosotras no queremos ningún privilegio”.
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