Dentro de todas las cosas que los niños pueden soñar durante su infancia, una de ellas es recurrente. ¿Quién no ha deseado sentirse un poco Bart Simpson y tener una casa en un árbol en el jardín de casa? Ese fue también el sueño de Miguel, un almeriense criado en Ciudad Jardín, que cuando tenía 19 años, a finales de los 90 y casi aproximándose el cambio de siglo, empezó a construir la suya en la casa familiar de la calle Tarragona.
Antes ya había hecho alguna intentona. "El hecho de tener una casa en el árbol fue siempre un sueño que tuve desde pequeño. Me gustaba subirme a los árboles. Es una sensación que siempre me ha gustado. Siendo un niño me hice una primera casa, muy pequeñita, con cuatro tablas. Pero con 19 años, finalizado el Bachillerato en el instituto Nicolás Salmerón, "¿por qué no iba a intentarlo?".
Para entonces, había comenzado a trabajar como monitor deportivo en una empresa de deporte de aventura, sector en el que sigue trabajando, desde 2009 con su propia empresa, Almería Vertical. Esa primera casa la construyó en cuatro o cinco meses, sobre el enorme pino canario plantado en el año 65 por su padre y que da la bienvenida a la casa familiar. Enfrente de esta casa original construyó otra, comunicando ambas con un puente colgante. Hoy esa segunda casa y el puente no existen, y en el lugar de la primera Miguel construyó un rocódromo. Y la casa original fue remodelada en 2020, aprovechando el parón general a causa de la pandemia. "La estructura es la misma, lo que ha variado es todo el diseño interior, que deja un espacio más grande del que había a pesar de tener los mismos 30 metros cuadrados de entonces".
Equipada con salón, cocina con frigorífico y vitrocerámica, dormitorio, baño con ducha y dos terrazas, y con las ventanas colocadas de manera estratégica "diseñados hacia el oeste, para que entre la luz a determinadas horas y momentos, con una luz diferente de la mañana a la tarde, de verano a invierno, cuando entra todo el sol se ilumina toda la casa". El peso de la casa se reparte por todo el árbol, reforzado además por una fijación a la vivienda mediante un cable de acero que la asegura ante situaciones de rachas de viento.
La casa la utiliza Miguel "por placer". Vive a caballo entre la casa familiar, con su madre, y en el próximo Paseo Marítimo, junto a su pareja. Pasa en la casa del árbol algunas noches, pero de momento no contempla ponerla como alojamiento singular para terceras personas. "Muchos amigos me lo han comentado, ponerla en páginas tipo Airbnb para gente que quiera vivir esa experiencia, pero por ahora no me lo planteo, la verdad. Me parece una idea guay, pero la casa es muy personal, la he hecho para mí y no con esa otra visión. Me da cosa meter a gente que no conozco, no es lo mismo que pase alguna noche algún amigo o conocido". Sí se puede visitar: el último domingo de cada mes, contactando previamente con su propietario.
Tras la última reforma, ha añadido un código QR visible desde el exterior de la vivienda. "Mucha gente pasa y pregunta. Con ese código van a la página web de Almería Vertical, y hay una pestaña que es La Casa del Árbol. Si hay alguien que está interesado en tener su propia casa en un árbol, se puede hacer". De hecho, unos vecinos de la cercana plaza de Colón le pidieron construir una casa sobre un ciprés para sus hijos, una casa más pequeña, a dos metros del suelo. Niños que también soñaron con tener su propia casa en un árbol.
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