El doctor Joaquín Fernández Pérez (Granada, 1968) es una persona de sueños. Soñaba siendo estudiante de Medicina en su ciudad natal que un día ayudaría como cirujano oftalmólogo a personas en países en desarrollo, con necesidades y problemas mucho más acuciantes que los nuestros. Y ese sueño lo ha transformado en realidad. Cada año se desplaza en expediciones humanitarias con la Fundación Elena Barraquer a operar en Senegal, Cabo Verde, Mozambique, El Salvador, y cualquier otro lugar donde lograr el milagro de que cada vez cientos de personas vuelvan a reconocer los colores y la vida a su alrededor. Un compromiso con los demás que hace solo unos meses, en noviembre pasado, le hizo merecedor de la Medalla de la Provincia de Almería en su categoría social.
Pero los sueños no se detienen, y hoy Joaquín Fernández se ilusiona con consolidar la clínica que dirige, Qvision (unidad oftalmológica del Hospital Vithas Virgen del Mar), como un referente internacional en presbicia. Y también ese sueño está en modo de cumplimiento. Hace algún tiempo ya que hasta Almería se desplazan desde fuera no pocos nombres muy conocidos de distintos ámbitos (política, economía, deporte, espectáculo...) para ser intervenidos por el doctor Fernández, atraídos por su prestigio profesional en cirguía refractiva, presbicia y cataratas. No en vano, está considerado en ranking científicos como uno de los mejores expertos mundiales en lentes intraoculares multifocales, con una amplia formación y una intensa actividad investigadora también. Estas son sus reflexiones sobre la cooperación internacional, la Medicina o la sociedad de nuestros días.
¿A un médico qué le reporta a nivel profesional y personal irse largas temporadas a países en desarrollo a curar, a operar…?
Digamos que todos nosotros, cuando intentamos orientar el perfil profesional, estamos cargados de sueños, de utopías, y luego el día a día los va erosionando. Esas inquietudes las tenía de joven en la universidad y me apetecía mucho el sentirte absolutamente útil. En una semana que vas 350 personas dejan de estar ciegas, es absolutamente tangible. Creo que también es una obligación ética que deberíamos tener el primer mundo con el tercero. Hay dos opciones, o construir un muro cada vez más alto, o intentar solucionar en origen los desequilibrios. Para mí supuso mucho conocer a Elena Barraquer, y cuando conoces a alguien así, contagia mucho.
¿Esta cooperación, aunque no resuelva los problemas de fondo, ayuda realmente?
Esa es la reflexión que estamos haciendo ahora en Fundación Elena Barraquer, de la que soy patrono. Lo que estamos intentando no es solamente tener una actitud asistencial, que se nota, claro que se nota, también estamos intentando volcarnos en el tema formativo con los médicos de allí, porque te encuentras problemas de continuidad. Nosotros podemos llegar a operar, como en Senegal este ultimo año, a mil personas entre cinco cirujanos, con una serie de equipos que son costosos. El dotar al origen de esa formación es complejo, aunque estamos trabajando en ello y también empezando a publicar artículos científicos para que conste cómo fue la logística y que pueda replicarse.
Cuando uno llega a estos países y ve la diferencia ¿qué reflexión íntima se lleva? ¿Aquí nos quejamos un poco de vicio?
Pues mira, son dos cuestiones las que te hacen reflexionar: la percepción que tenemos nosotros y la que tienen ellos del tiempo y de la felicidad. En nosotros, la felicidad está muy asociada al concepto del consumismo, del tener experiencias, pensamos que eso es lo que nos acerca a la felicidad.
Hedonismo puro.
Sí, algo así, hedonismo, epicureísmo. Ellos lo tienen más orientado hacia las personas, eso parece más sano. En el concepto de tiempo, unos minutos de espera para nosotros ya es algo inaceptable. Allí nhay personas mayores que están esperando incluso dos días a la puerta del hospitalnpor intentar estar los primeros para que los operemos. La percepción del tiempo es diferente. Y otro aspecto es el concepto ético. Pensamos que la ética tiene que estar asociada a países muy desarrollados, pero hay países en vías de desarrollo que te llaman la atención. Uno, por ejemplo, es Cabo Verde, que en la lista de The Economist de países democráticos está entre Estados Unidos y Francia. A poco que se empujara un poquito a esos países, ya tienen la estructura ética para salir adelante.
¿Qué nos pasa en nuestra sociedad para que unos minutos de espera en una consulta médica puedan desembocar en una agresión verbal o física?
No solamente es en el tema sanitario, sino en general. Yo creo que tenemos muy asociados los criterios de felicidad o de satisfacción a la inmediatez. Me parece que esa necesidad de la inmediatez hacia el retorno experiencial o de bienes de consumo es lo que nos está desequilibrando. Somos seres sociales y el tema de estar en comunidad es algo que se está perdiendo, que sí te encuentra en esos otros países. Estamos perdiendo el concepto de bien común por el individualismo. Creo que es una pérdida importante.
¿Como persona y como profesional le han mejorado estas experiencias de cooperación?
Hombre, salir, sea donde sea, es bueno y te enriquece. Yo creo que la endogamia y no salir de la aldea es fruto de patología, de concepto erróneo. El mestizaje es la clave, sobre todo por la aceptación del otro. Hay un problema de fondo a día de hoy, con esas tendencias populistas que se basan en la negación del otro y en fortificarnos nosotros con respecto a los otros. Yo creo que eso está en la clave de casi todos los conflictos que nos estamos encontrando. La solución es el mestizaje, el ver otros sitios. Y profesionalmente allí te encuentras casos dramáticos que son retos y esos mismos retos te hacen mejor profesional, al tiempo que sirves de ayuda. Hay casos que en España hace ya muchos años que no te encuentras.
Al hilo de eso, ¿cuánto y cómo hemos avanzado aquí?
Está bien que a veces nos hagamos esas preguntas. De hecho son absolutamente básicas, porque si no hay una planificación estratégica, podemos vernos arrastrados a situaciones no deseables. Lo que a mí me preocupa mucho es que en los países desarrollados muchas veces necesitamos que gire, y que gire demasiado deprisa, en concreto en Sanidad, el tema de la innovación, y de ella aparentemente deberían venir nuevos avances y debería repercutir en mayor valor salud a la población. Es algo que damos por hecho y no necesariamente es así.
¿Quiere decir que se fuerza?
Sí, que se fuerza, pero no necesariamente tiene por qué repercutir en beneficio a la población. ¿Cómo se debe controlar? Bueno, la medicina basada en la evidencia es una preocupación que me gravita, en qué medida la innovación en salud repercute en mayor valor a la población. Y esto no siempre ocurre. Precisamente en este momento de crisis sanitaria hay que hacer la reflexión de que la inversión vaya a procedimientos que mejoren la salud de los pacientes y no a cosas que no necesariamente la mejoren. Es clave que pongamos el foco ahí. Esto lo saben hacer muy bien los británicos y los suecos, porque tienen registros nacionales de salud, saben cómo quedan luego los pacientes en valor salud y el resto de europeos estamos más orientados a sacar adelante procesos asistenciales sin saber muy bien cómo repercute en la salud de nuestras poblaciones.
¿Quiere decir que la innovación está sobrevalorada o se plantea de manera errónea?
Sí, no necesariamente lo nuevo nos aporta, lo vemos incluso como clientes cuando consumimos, y el último modelo de teléfono no nos aporta con respecto al anterior. En temas de sanidad ocurre algo igual y deberíamos valorar qué medidas de las que se toman y qué inversiones, porque desgraciadamente además en salud la inversión es muy alta, son las que directamente van a reportar en mayor valor salud a la ciudadanía.
Y esa pregunta no se suele hacer.
Esa pregunta debiera ser centralizada, desde mi humilde punto de vista, a nivel del Estado español para garantizar la equidad, y no tener 17 tomas de decisiones, o incluso en cada hospital o en cada sistema sanitario. Garantizar la equidad es absolutamente básico y debe venir por que hagamos un esfuerzo conjunto y común. Yo creo que es clave analizar de toda la innovación qué es lo que realmente genera valor para ser lo más eficientes posible.
¿Qué se podría hacer en ese sentido?
Esto que estamos hablando. Son clave los registros sanitarios de cómo están quedando nuestros pacientes en torno a diferentes procedimientos. Y, luego, que toda la toma de decisiones sea basada en evidencia, no en la última innovación que se trae. Y luego, si se toma la decisión, no debe ser de un hospital o de otro, sino de todo el territorio para garantizar la equidad.
Nuestra vida pasa por el móvil y por la pantalla, ¿nos estamos jugando la vista?
Fíjate, hay un aumento de casos dramáticos, sobre todo en Oriente Extremo, en torno a la miopía. Se ha estudiado y parece que hay factores de riesgo que están asociados en la infancia a la falta de actividades al aire libre y a los trabajos en cercanía. Esto es algo que en Asia se están involucrando bastante, hay ciertos gobiernos que le están dando más importancia a actividades al aire libre para controlarlo, porque puede generar un problema de salud pública visual si empezamos a tener muchos pacientes por encima de seis dioptrías.
¿Aquí también se está detectando?
Sí se detecta, quizá no tanto a los niveles que estamos viendo en literatura científica publicados allá. Es una situación que deberíamos tener en mente y controlarla, sobre todo con educación.
Si tuviera que darle consejo a los padres de niños y de adolescentes, ¿qué les diría como profesional?
Bueno, la actividad al aire libre es un clarísimo factor de protección. Los fines de semana programar actividades, excursiones. La visión cercana también se ha visto como un factor de riesgo, pero, claro, deben de formarse, estudiar, y demás. Probablemente, y yo lo veo también con mis hijas, el tema de los dispositivos, no solamente por el factor de miopización, sino también por esta nueva manera de relacionarse, en la que tienes cinco segundos para atrapar la atención, es una dinámica que les puede afectar por la falta de concentración. Que se socialicen por redes lo veo apropiado, es el mundo que tenemos, pero quizá limitarlo.
A los almerienses se nos ha dicho los legañosos y que la luz de Almería es especialmente perjudicial para la salud visual. ¿Esto es así?
Lo de los legañosos vino por la época de la posguerra. Hubo una epidemia de tracoma tremenda. Tuvo que ser una época tremendamente dura en Almería, de carencias y de patologías asociadas, en aquella época éramos nosotros un país en desarrollo. En cuanto a la luz ultravioleta, está también asociada con desarrollo de patologías en la piel y en la retina, incluso puede acelerar la catarata. No hay que tenerle mayor miedo, pero sí ir protegidos y además desde chiquitines.
¿Graduarse la vista en una óptica es recomendable, no lo es, depende del caso?
Los centros ópticos cumplen una misión importante, ahora no se puede hacer diagnóstico de enfermedades, es un aspecto importante. Quizá donde haya que poner más atención es en la infancia, porque ahí se pueden desarrollar ambliopías, ojos vagos, que luego no pueden ser recuperables. A partir de los 45 años también sería interesante hacer una revisión, sobre todo si hay antecedentes de patologías. Y en la tercera edad es casi crítico porque empiezan a aparecer patologías como la degeneración macular. El diagnóstico precoz es clave, porque podemos ralentizar o incluso paralizar la evolución, pero, en ciertas patologías, la visión que se pierde no suele ser recuperable.
Aparte de la asistencia es muy activo investigando, y publicando en revistas científicas de alto nivel. ¿Por dónde van su enfoque ahora?
Yo me guio mucho por sueños, y estoy apasionado con el tratamiento de la presbicia. Queríamos desarrollar muy en profundidad esta patología y uno de los sueños es que podamos crear una clínica que pueda ser referente europea. Consideramos que un aspecto clave era la investigación. Y para nosotros es absolutamente clave la seguridad de los procedimientos. Tan ha sido así que en algunos ranking americanos ya estamos colocados en el top cinco en este área de lentes multifocales. Nos apetece mucho, y tiene efecto llamada porque hay gente europea, americana, con la que al final hacemos proyectos comunes.
¿Esto es poner una lente dentro del ojo para corregir la presbicia?
Hay soluciones que pasan por lentes intraoculares y otras de tipo láser. Hay diferentes opciones, incluso tenemos investigación con lentes de contacto, una opción viable, sobre todo en los primeros años de presbicia, incluso en gafas. Todo lo que toque al respecto es algo que nos interesa. De hecho recientemente en la revista más importante de catarata irrefractiva, hemos sacado una editorial donde viene a decir a la comunidad científica de todo el mundo cómo debiéramos reportar los resultados. Esto es lo que realmente me apasiona y para eso me formé en la Universidad de Oxford, que son referentes mundiales.
¿Almería sigue teniendo un factor limitante con las comunicaciones?
Claro, sí lo sigue teniendo. Almería es pionera en muchos aspectos, relacionados con la agricultura, con la piedra, el sitio es idílico. Cuando yo llegué aquí me encontraba con que la gente salía fuera a buscar los médicos, de una manera un poco injusta. Pero a día de hoy ya nos estamos encontrando gente de Madrid, de Barcelona, que vienen. Tenemos actores, presentadores de televisión, futbolistas, alta dirección en el Ibex35 que han venido a operarse. Es muy gratificante, aunque siempre vienen con lo mismo, qué lejos queda Almería. Para el desarrollo de la provincia sí sería absolutamente necesario el tema de las comunicaciones.
¿No le tienta el afán expansionista, instalarse en ciudades más grandes?
Absolutamente nada. Es más, me apetecerá mucho el que, como está ocurriendo cada vez más, tenga que venir gente de fuera a operarse a Almería. Cuando yo sea abuelito y esté echándole pan a las palomas, me quedaré a gusto con eso.
Si tuviera que citar un caso que le haya tocado especialmente, ¿con cuál se queda?
Muy complicado, porque para cada paciente su caso es el más importante. Quizá cuando salimos fuera, lo más interesante son las reacciones de gente que no ven absolutamente nada, destaparlos al día siguiente, que empiecen a recordar los colores. Es muy complicado quedarse con una persona, es el conjunto de poder ayudar, al fin y al cabo es lo que llena y por eso al final engancha tanto lo de irse por ahí fuera. No hay que ir por eso porque sería un concepto de microcolonialismo pero es difícil no venirte con las pilas cargadas y con la cabeza limpia.
Con eso del microcolonialimo parece estar haciendo un proceso de toma de conciencia sobre determinadas actitudes.
Sí, es que creo que todos tenemos que estar en ese proceso de mejora interior, de decir en qué me estoy equivocando. Yo creo que uno envejece cuando piensa que tiene razón en todo. Intentar hacerte mejor en el sentido de entender al otro, de generar ese bien común, creo que ese es el secreto de la eterna juventud.
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