El Tribunal Territorial Militar Segundo, con sede en Sevilla, ha
iniciado este martes el juicio por la muerte por un disparo de fusil de
un legionario mallorquín de 21 años durante un ejercicio de la brigada
de la Legión con base en Almería
desarrollado en marzo de 2019 en el campo de maniobras de Agost
(Alicante), procedimiento que se dirige contra ocho militares, si bien
el Ministerio Publico acusa tan solo a dos tenientes, un capitán y un
sargento.
Al comienzo de la sesión, tras la lectura del escrito de acusación de
la Fiscalía, la presidenta del tribunal ha denegado los dos aspectos
solicitados por la defensa del sargento de la Brigada de la Legión S. A., a quien el Ministerio Público atribuye la autoría del
disparo mortal.
En concreto, ha sido denegado tanta su petición de que los acusados
prestasen declaración tras la celebración de las pruebas testificales y
periciales, como la nulidad de diferentes informes periciales por la
posible "ruptura de la cadena de custodia" de diferentes elementos de
prueba, como el chaleco de protección del efectivo fallecido o del fusil
y los cartuchos de este militar acusado del disparo mortal, al
transcurrir "cuatro días" desde los hechos hasta la orden de "entrega e
incautación" de tales materiales, que habrían podido sufrir "una
alteración" durante esos cuatro días fuera del "control judicial", según
la defensa.
La presidenta del tribunal ha rechazado dicha petición de nulidad, a
la que se opusieron además la Fiscalía y la acusación particular, al
objeto de "valorar en su justa medida" las pruebas a lo largo de la
vista y en la sentencia.
A continuación, ha prestado declaración como acusado el sargento de
la Brigada de la Legión S. A., para el cual la Fiscalía
reclama siete años, cinco meses y 15 días de prisión, como presunto
autor del disparo mortal.
La Fiscalía sostiene que en un momento de las maniobras desarrolladas
el 25 de marzo de 2019, este sargento que encabezaba un pelotón en una
maniobra de asalto a un merlón con cuatro blancos "mandó el alto el
fuego y reconocimiento de los blancos cuando el pelotón estaba unos 20
metros de los mismos, cesando disparos y acercándose para su
reconocimiento dos soldados, que dieron la novedad de ´blancos
abatidos´".
Detalla el Ministerio Público que, a continuación, el sargento gritó
"enemigo al frente, al faldón de la montaña, en claro blanco a las doce,
sin que dicha orden estuviese prevista previamente en la programación
del ejercicio, ni se hubiese puesto en conocimiento del pelotón".
Según la Fiscalía, la ejecución de ese nuevo objetivo se realizó
"subiendo el binomio más adelantado a la cresta del merlón, abriendo
fuego desde la posición cuerpo a tierra", contexto en el que uno de esos
disparos efectuados por el sargento "cuando se encontraba en pie, desde
el merlón y a una distancia de unos 12,5 metros orientado a la
posición" del legionario fallecido, Alejandro Jiménez, impactó sobre el
mismo, "quien se encontraba en ese momento situado el primero por el
flanco izquierdo en posición de rodilla en tierra o guardia baja, con su
fusil orientado al suelo".
El proyectil alcanzó el culatín del fusil de la víctima,
"desestabilizándose y sufriendo un volteo, que sin embargo no alteró su
dirección, impactando a continuación en su cuerpo", ocasionándole una
herida fatal "por orificio de bala en hemitórax derecho".
En ese sentido, el citado sargento ha reconocido que como "jefe del
pelotón", promovió de "improviso" el "segundo objetivo" una vez
culminado el asalto inicial al merlón. "Lo decidí sobre la marcha", ha
manifestado, precisando eso sí que aunque sí efectuó disparos en la
primera maniobra de asalto, en ningún momento hizo "fuego al segundo
enemigo" fijado por él mismo. En ese sentido, el sargento encausado ha
defendido en varias ocasiones que una vez él no disparó desde el merlón
asaltado por el pelotón.
Una aberración
A colación, y a preguntas de la acusación particular, ha asegurado
que "ninguna vez" ha disparado al aire por encima de las cabezas de
otros efectivos para bromear, extremo que ha calificado de "aberración".
En ese marco, ha manifestado ser consciente de los informes
periciales según los cuales el proyectil que alcanzó al legionario
fallecido procede del fusil que él usaba y que en el merlón asaltado
fueron localizados siete casquillos de proyectiles disparados con dicha
arma que él portaba. Esos informes periciales, según ha asegurado, son
"totalmente erróneos".
Así, ha ratificado que no efectuó siete disparos desde el merlón
asaltado y que en ningún momento giró su fusil hacia su lado izquierdo,
en el que se encontraba el efectivo fallecido. Según ha dicho, tras
escuchar cómo el soldado alcanzado por un disparo gritaba "me han dado" y
caía "boca arriba", en ningún momento pensó que él pudiese ser el autor
del disparo que había alcanzado al efectivo.
Igualmente, el sargento de la Brigada de la Legión S. A.
ha alegado que, "sin ser experto en balística", a su entender el impacto
recibido por el soldado fallecido derivaría de "un rebote" de una bala.
"Es la única solución balística", ha dicho, una conclusión que según
sus palabras habría alcanzado también, en aquel momento, el capitán A. C., acusado igualmente en esta causa junto con el teniente R.G, por
su supuesta participación en los hechos y también en la "alteración del
escenario" que se produjo en el lugar donde sucedió el incidente.
Presunto encubrimiento
Para el capitán, quien supuestamente habría trazado el plan para
"encubrir" los hechos, el Ministerio Público pide cuatro años y seis
meses de prisión, mientras que para el teniente pide penas que suman dos
años y seis meses de cárcel, reclamando además cuatro años y medio de
cárcel como coautor al otro teniente identificado como P.F.
S. A. ha asegurado además que el capitán no dio
instrucciones a los efectivos para alterar las posiciones de disparo
ante la Guardia Civil. "Dijo: Decid la verdad", ha aseverado, asegurando
que a la hora de reconstruir los hechos junto a los investigadores de
la Benemérita, los efectivos se situaron conforme a las posiciones que
consideraban correctas con relación a los hechos. "El capitán Cabello no
dijo: Ponte aquí", ha aseverado.
Y mientras la Fiscalía considera que este sargento habría "violentado
e intimidado" a "testigos" para "influir directa o indirectamente"
sobre ellos durante la investigación; él ha negado "coacciones",
reconociendo que calificó de "maricón" a uno de los efectivos pero sólo
de manera "jocosa". En ese sentido, ha considerado que durante la
investigación han sido "envenenadas" algunas de sus declaraciones, que a
su entender fueron "sacadas de contexto".
En su auto de procesamiento, recordémoslo, el juez apuntó que la
"multitud de versiones ofrecidas sobre lo sucedido" y la "evidente
contradicción entre el resultado de los informes y las declaraciones",
lo que, según indicó, le llevó "necesariamente a concluir que
pretendieron ocultar lo realmente acontecido, silenciando aspectos
determinantes y tergiversando otros, con la única finalidad de
dificultar la investigación policial y judicial y el descubrimiento de
lo sucedido".
A la salida del juicio, el padre de la víctima ha manifestado que el
principal acusado "miente" y que "las pruebas periciales demostrarán"
que disparó hacia donde estaba su hijo con un arma sobre la que, además,
ha rechazado que se rompiera la cadena de custodia. "Sabe que disparó",
ha aseverado Juan José Jiménez, quien confía en que la investigación
judicial revele pruebas que incriminen a los acusados.
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