Tengo grabada en la mente una imagen de hace años, seguramente muchos años, cuando un día de esos pocos en que el cielo se desploma sobre Almería y llueve a cántaros; una imagen en la que un grupo de niños chapotean en los charcos y con los brazos abiertos en alto recogen agua en el cuenco de sus manos y se frotan la cara, expresión del gozo que sienten porque después de tanto tiempo la lluvia bendice a la gente y estos pequeños bailan al son de la feliz melodía del chaparrón. Era la fiesta del agua.
El pasado miércoles LA VOZ DE ALMERÍA celebró en el más céntrico sitio de Sevilla (Casa Guardiola, Puerta de Jerez) un foro titulado El Modelo Almería que a mí me pareció como las rogativas civiles para implorar el agua, después de que el Consejo de Ministros negase hace algunas semanas el trasvase del Tajo al Segura de 110 hectómetros cúbicos hasta 2027, lo que representa un atentado al Levante español, especialmente a la agricultura que va desde el Sur de Valencia hasta las puertas de nuestra capital. No recuerdo ningún acto semejante en cuanto a la reivindicación de los valores almerienses y del modelo que nuestra tierra ofrece al resto de España. Sentí el legítimo orgullo de lo propio al escuchar el bien trabado discurso del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla: “Almería será una de las capitales económicas del Mediterráneo”; el diagnóstico de Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul y Portavoz: “El modelo Almería ha sido un éxito con, en principio, todo en su contra”; y el ojo clínico de Carmen Crespo, consejera de Agricultura y Desarrollo Rural: “La agricultura almeriense es la gran resiliente al cambio climático”.
Creo no equivocarme si adivino en la tramoya de este foro el propósito colectivo de los almerienses de sacudirnos de una vez la indolencia, sinónimo de la galbana mental con que en tantas ocasiones hemos rehuido enfrentarnos a los problemas reales. Antiguamente, en las tres ocasiones en que Franco visitó Almería no había otras reivindicaciones que unas pocas pintadas en las carreteras: “Más árboles, más agua, más industria”, que el dictador leía al paso desde su coche con el mismo desinterés con el que los americanos del cine miraban aquella pancarta de bienvenido de Mr. Marshall. Hora va siendo de que se enmienden las políticas de todo un siglo que produjeron grandes desequilibrios entre el Norte y el Sur de una misma nación. Este foro, iniciativa de un medio de comunicación, es el síntoma de que algo está cambiando en Almería para despertar conciencias y voluntades en el nuevo escenario de la más absoluta normalidad democrática. Ha sido un acierto acercarlo a doscientos metros del Palacio de San Telmo y empezar a gestionar la posibilidad de repetir antes de fin de año lo más cerca posible de la Moncloa.
Cabe destacar la puesta en escena del foro: El Modelo Almería. De desierto a mar agrícola, en el palacete neoclásico de la familia Guardiola que se ha convertido en el más elegante punto de reunión de Sevilla para este tipo de eventos, a los que el marco, desde luego incomparable, presta solemnidad y sobrio sentido del protocolo. La metáfora del día elegido fue que llovía y llovía sobre nuestras ideas y propuestas para gestionar mejor el agua. Todas las intervenciones y los turnos de la mesa redonda giraron en torno al preciado líquido que en Almería convierte en oro todo lo que escancia.
Almería necesita celebrar la fiesta del agua de manera permanente. Todos los días han de ser festivos para el agua una vez que se arranque al Gobierno la certeza en el BOE de que el trasvase, las desaladoras y otros recursos hídricos van a ser suficientes para regar esta gran huerta de Europa que se extiende a uno y otro lado de la bahía. No de otra forma se podrá hacer realidad el augurio de Moreno Bonilla de que Almería será una capital económica del Mediterráneo. Y se podrá lograr con la unión de las administraciones, de las empresas y de la sociedad civil, tal como quedó reflejado el miércoles en Sevilla en el panel: Endesa, Tecnova, Cajamar, Hidralia, Velisam y UAL, todos a una, más las que vengan, desmintiendo así el sambenito de la indolencia de nuestro carácter almeriense. No esperemos ningún milagro. Ya lo dijo el cardenal Amigo Vallejo cuando todo un pueblo de la provincia le pedía que permitiese al párroco del lugar sacar al Cristo en rogativas por la pertinaz sequía. El sabio arzobispo hispalense se resistió cuanto pudo, pero finalmente accedió ante la reiterada reclamación del pueblo. Y les dijo: “Muy bien, saquen al Cristo en rogativas por el agua, pero que conste que el tiempo no está de lluvia”.
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