Desde la orilla el Mar de Alborán parece calmado, pero unas pocas millas náuticas al sur se libra una batalla entre las redes criminales y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Las narcolanchas ganan terreno gracias a una diversificación de su actividad. Ya no solo operan como grandes transportes de alijos de hachís, sino también como pateras rápidas. Ultrarrápidas.
El pasado lunes los teléfonos de varios vecinos de Guainos (Adra) captaron la llegada a una playa de dos grandes planeadoras con unas treinta personas cada una. Los migrantes desembarcaron con ciertas dificultades a pie de orilla y se perdieron por las proximidades antes de la irrupción de las patrullas de la Guardia Civil. Se trata de la nueva ‘moda’ del tráfico de seres humanos. Los tradicionales traficantes de drogas están usando sus narcolanchas para llevar a migrantes.
Esta reconversión en pateras está alimentada por la demanda de ‘harragas’ en el norte de Marruecos dispuestos a cruzar el Estrecho. Pero además tiene una explicación lógica, a saber, las penas por tráfico de migrantes son menos severas y el riesgo de sufrir una intervención policial o un robo de droga es menor. Así pues, mientras no hay posibilidad de descargar resina de hachís, estas embarcaciones ganan músculo económico metiendo migrantes en Almería.
La tendencia es reciente y se observa desde la pasada primavera (abril-mayo). No obstante, los informes de Frontex ya acreditan un aumento de la detección de marroquíes en la Frontera Sur y, por primera vez desde 2019, superan a los argelinos. Paralelamente, la presencia de narcolanchas, sea cual sea su utilidad, ha aflorado un nueva profesión. Los petaqueros se han convertido en auténticas gasolineras flotantes.
Los marineros montan en pequeños botes repletos de garrafas de gasolina y salen a mar abierto para venderlas y ayudar así a las facilitar el regreso de las embarcaciones rápidas. La Guardia Civil y Aduanas han realizado varias intervenciones de combustible en los últimos meses. Además, Salvamento Marítimo anunció el hallazgo esta semana de 250 garrafas de gasolina que estaban a flote en alta mar. Un pesquero localizó los botes a 14 millas de Almerimar y alertó a la Guardia Civil, aunque fue finalmente la Salvamar Spica la encargada de la retirada.
Las autoridades solo pueden imputar delitos a los petaqueros cuando provoquen vertidos (delito contra el medio ambiente) o cuando se demuestre su participación en un alijo o transporte de migrantes. No obstante, hay otros recursos legales. El Real Decreto 339/2021 de 18 de mayo, por el que se regula el equipo de seguridad y de prevención de la contaminación de las embarcaciones de recreo, contempla un catálogo de sanciones por infracciones en la custodia del combustible, eso sí, las cantidades son muy inferiores a las plusvalías que podrían obtener por la venta de las petacas.
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