Muere Alfredo Ruiz López, uno de los padres de Almerimatik

“Ha muerto consumido por el cáncer”

Alfredo Ruiz López, en una imagen de archivo
Alfredo Ruiz López, en una imagen de archivo
Javier Salvador
21:57 • 04 ene. 2024

Alfredo Ruiz López, nacido en Portugalete, Vizcaya, emigrado a Almería donde fundó junto a Francisco Javier de Linaza y Fernando Trigueros la empresa de servicios informáticos Almerimatik, ha sido una de esas personas que han ganado por derecho propio un lugar destacado en la historia de esta provincia. Uno de los indiscutibles precursores del salto a las nuevas tecnologías de Almería desde los primeros años de la década de los 80. Y apenas a diez días de que se cumpliesen 43 años de la fundación de la compañía de bandera en la digitalización de Almería, Alfredo ha muerto consumido por el cáncer, aunque algunos necesitaríamos tres vidas completas para poder vivir lo que él en solo una.



Alfredo fue mentor de muchos emprendedores. Yo fui uno de ellos.



Él le puso nombre a Teleprensa World, la empresa que nació como un modelo de teletrabajo para periodistas en 1996, y a partir de ahí iniciamos un camino de amistad y creatividad en el que, por encima de todo, nos lo pasamos bien, pero que muy bien.



Estas líneas, por tanto, no van a ser un repaso a su vida profesional, ni familiar, porque en cada uno de esos ámbitos son otras las personas que deben contar aquello que quieran que de él se recuerde.



El pasado lunes 25 recibí su último mensaje “estoy en Almería, nos vemos cuando quieras”, precisamente porque uno de nuestros últimos puntos de contacto no era aquí, sino coincidir en Portugalete, donde sencillamente quedábamos para liarla. Potes hasta morir una vez al año. Y de esas unas cuantas, con su inseparable Javi Alquiza, su otro yo y ese extraño punto de equilibrio que siempre le mantuvo en una línea más o menos recta.



Alfredo no hizo amigos en Almería, sino que fundó una familia paralela con Trino Clemente, Fede Hervás y tantos otros que durante muchos años, ya fuese en el Ortega de la Avenida de la Estación o en cualquier otro lugar, viernes a viernes, o en plena escapada a la sierra de Ugíjar, asentaban más y más esos lazos que nunca se disolvieron.



Fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes valedores de la informatización en el sector de mármol y de ahí nacieron relaciones inquebrantables, como con su inseparable Ramón Arriaga, o Antonio Valdés Cosentino (Tino) en otra época y entre muchos otros, son de esas personas que junto a Trino, Fede de la General y una lista interminable de personas hoy lloran como yo una muerte que sabíamos que llegaba y que no queríamos aceptar.



Para que se hagan una idea de lo que este tipo era capaz de mover, consiguió los grandes acuerdos por los que la UAL se convirtió en la niña mimada de IBM o en la universidad de referencia para muchos países latinoamericanos. Digitalizó el Ayuntamiento de Almería, la Diputación Provincial, fue el precursor del rápido desarrollo de internet en la provincia con a2000 entre otras muchas marcas. Metió a media Almería teléfonos móviles en los bolsillos cuando los dispositivos se democratizaron, e impulsó Alanda, uno de los grupos de compra de más peso específico en el sector informático nacional de su época.


Son tantas y tantas las cosas que se podrían contar de él, que asumo como responsabilidad poner los medios para que todos tengan la oportunidad de hacerlo también.

Alfredo es una de esas personas que no merecen una despedida, sino un lugar imborrable en la memoria de quienes le conocimos. He viajado con él a tantos lugares y con tantos roles distintos, que sencillamente me cuesta creer que tenga que escribir estas líneas.


Manda huevos.


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