Dicen que Almería es fea porque no tiene balcones

Ventanales de la Plaza Granero se han llenado de pintorescos retratos de almerienses

Los retratos de los vecinos forman parte de una exposición titulada ‘Almería en la Mirada’, que plasma en fachadas la esencia de la ciudad
Los retratos de los vecinos forman parte de una exposición titulada ‘Almería en la Mirada’, que plasma en fachadas la esencia de la ciudad La Voz
Manuel León
23:27 • 13 may. 2024

Si usted, lector, pasea estos días por la Plaza Granero y mira el vetusto edificio que le presta el nombre puede verse sorprendido por una comunidad que lo observa desde esa atalaya. Son vecinos del centro histórico que han salido todos a la vez a puertas y balcones con la bodega Montenegro como horizonte, al rumor de la fuente cantarina de mármol, al aroma a jazmines del patio de enfrente. Ahí están, en esa exhibición de rostros y tipos pintorescos en tropel, el cantaor y lotero Carrete cruzado de brazos, con aire desafiante; ahí está el barbero Miguel Bisbal, el mejor guía turístico de la ciudad, retratado en la puerta de su establecimiento; ahí está Loly la dependienta de Supremo de Carreño delante de la mercancía; y también está Juanito, el eterno camarero de Casa Puga, como invitando a entrar al personal a beber un vino abocado; y Pepe y Javier Ibarra, padre e hijo, timoneles de la vieja bodega colindante; y José Campoy, pescador y activistas de La Chanca-Pescadería, y una peluquera del barrio y Naima, la de la tetería, con su pañuelo cubriéndole el cabello. Ahí están todos ellos, catorce en total, niños y mayores, personajes, vecinos, convivientes, de diferentes credos y condiciones, con un nexo común: compartir estos días la balconada del antiguo pósito de grano de Almería.



 



Parecen tan reales sus retratos que uno se queda con la gana de saludarlos, de darle los buenos días a Juan, de preguntarle a Loly si han llegado los yogures sin lactosa, de comprarle un décimo a Carrete, de pedirle a Campoy que explique una anécdota del Camino Viejo, de encargarle a Pepe el del Montenegro que se ponga media de lomo en orza, de preguntarle a Bisbal cuál es el camino mas corto para llegar a la calle Música; ahí están todos esos vecinos -el alma de los barrios, de los pueblos, de las ciudades pequeñas como Almería- suspendidos en el aire, fotografiados para un proyecto sugerente impulsado por José María Mellado, casi más reales en el vinilo que en carne y hueso, en una exposición callejera que es puro realismo mágico. Qué pensará, por ejemplo, el gitano Carrete, el cantaor de garganta agotada, cuando pase por esa Plaza con los décimo cogidos en el pecho con una pinza y vea a su sosías colgado de la segunda planta del caserón que edificó Trinidad Cuartara a finales del XIX, en pleno vientre materno de la ciudad. Uno ve a diario esa antigualla perenne que es la Casa del Granero y piensa en la vida plena que debió haber intramuros. 



Detrás de cada cuarto, de cada alcoba, debió haber cientos de historias; uno se asoma ahora a las ventanas abiertas de esa reliquia recia en la callejuela de la Excusada y ve entre plumas de paloma y polvo de décadas, restos de un babero, una brocha de afeitar marchita, y una percha sobreviviendo en un trozo de pared desconchada. Dentro de poco, el viejo caserón construido en 1878 sobre los cimientos del antiguo pósito de grano, se transformará en un edificio moderno y acabará el suplicio de verlo abofeteado de pintadas y orines desde hace más de dos décadas.



Un futuro apartahotel con azotea



La Casa Granero se convertirá próximamente en un apartahotel con 16 apartamentos en alquiler que contribuirán a darle vida a ese rincón antiguo de la ciudad. El proyecto contempla también una azotea con vistas a la Alcazaba y a las Murallas de Jairán y en los bajos dos locales comerciales. La empresa promotora es Fomento Meridional y el autor del proyecto es el arquitecto José Angel Ferrer. 





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