En abril, LA VOZ ya anunciaba que Almería era la ciudad más feliz de España. Así lo determinaba el último estudio de ‘Spain Happy Index’, de Sonneil, una proptech española especializada en la en la comercialización de segunda residencia para clientes internacionales y nacionales. Y es que no es de extrañar ya que, Almería recibe 340 días de sol al año lo cual, han confirmado las investigaciones científicas, libera serotonina, la hormona que hace que nos relajemos y que además, activa el sistema parasimpático, el cual le pone freno al cortisol, la hormona del estrés.
Eso, sumando al buen ambiente de la capital hace que la salud mental de los almerienses se encuentre en el contexto perfecto para no sufrir demasiadas alteraciones. Además, la época estival potencia cada uno de estos factores al proporcionar buen tiempo y actividades estupendas durante todo el verano.
“Sin embargo, cada persona es un mundo, ya sea niño o adulto. Muchos niños y niñas se tomarán el verano como el tiempo de vacaciones que hay que exprimir antes de que llegue septiembre mediante una desconexión total de las obligaciones escolares, y por el contrario, habrá chicos y chicas que se encuentren solos, sin un grupo de iguales con los que interactuar. Pese a que en el colegio se trabajen las habilidades sociales, muchos de ellos no son capaces de gestionar esas relaciones sociales”, explica Antonio García Ríos, psicólogo sanitario, experto en neuropsicología tanto en niños como en adultos y sexología del Centro Sanitario Rango Psicología de Almería.
De forma similar ocurre con los adultos, el verano afectará de forma distinta a cada una de las personas según su contexto, y en la mayoría de los casos la aparición del estrés estará relacionada con el trabajo.
Medio rural vs. medio urbano
Durante la infancia existe una diferencia que resulta clave en el estrés que sufren unos niños u otros: el medio en el que desarrollan su día a día. “Hay estudios que confirman que existe mucha diferencia entre los niños que se crían en el mundo rural y los que lo hacen en el urbano”, afirma el experto.
La ciudad es un medio que por si mismo genera estrés psicosocial. Los movimientos son más rápidos y siempre esta activa. El medio rural, en cambio, es más natural y transmite tranquilidad, y sobre todo, proporciona más libertad.
“La libertad es un matiz muy importante que influye de forma significativa en el bienestar emocional de los niños y niñas. Si yo le doy libertad a mi retoño le estoy permitiendo que se desarrolle de manera mucho más autónoma. En un medio rural dejar esa libertad no es tan difícil, sin embargo, en la ciudad es complicado que los niños hagan algo solos sin la supervisión de sus padres, y eso al final genera que se les transmita esa ansiedad y ese estrés que tenemos como padres o madres a nuestros hijos”, observa Antonio García.
Además del estrés ocasionado por la ciudad, los niños también pueden desarrollar ansiedad por la ausencia de sus padres.
“Todos sabemos que la conciliación a veces puede resultar ser complicada. Sin embargo, debemos empatizar con los pequeños porque algún día nosotros también lo fuimos. Yo siempre invito a las familias a que primero se pongan en su lugar y que además tengan total confianza con su hijo o su hija porque tienen que continuar con si desarrollo evolutivo y es fundamental que adquieran una autonomía. Esto es más necesario de lo que creemos. En muchas ocasiones he pasado consulta a familias donde el niño o la niña han dicho que solo quieren un abrazo de sus padres y que se queden un ratito más con ellos. Y eso, claro, generaba un gran impacto en sus padres”, comenta el psicólogo sanitario.
Así pues, el experto añade que la mejor herramienta que pueden usar los padres para el correcto desarrollo de sus hijos es la empatía.
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