Lunes a las diez de la mañana, apostada frente a la Dulce Alianza, mientras esperaba que la cafeína me subiera, algo llamó mi atención: una figura alta, delgada, con una presencia magnética que desafiaba cualquier etiqueta. Lucía una falda corta rosa de cuadros, un top con la barriga al aire y botas de plataforma que parecían sacadas directamente de los años noventa. Era como una Barbie con mullet, pero con el espíritu indomable de alguien que sabe perfectamente quién es.
Aquel extraño me había hechizado y eché a correr Paseo abajo para conocerlo. Cuando al fin lo alcancé, casi sin aliento, toqué su brazo para llamar su atención, pero los auriculares que llevaba puestos impedían que me escuchara. Con una sonrisa que iluminaba su rostro, se los quitó y, sin vacilar, le pregunté: "¿Perdona, eres de Almería?" La respuesta, un entusiasta "Sí", fue el inicio de una conversación que no solo me dejó sin aliento por la carrera, sino por la autenticidad de quien tenía delante.
"Me llamo Alex Kalas y diría que mi estilo es caótico", me dijo con una naturalidad. Le pregunté con qué pronombre debería dirigirme a él, respondió con naturalidad que no le importaba si usaba el femenino o el masculino. En ese momento supe que estaba frente a alguien genuino, alguien que no se deja encasillar ni por la moda ni por las convenciones sociales.
Alex, quien trabaja en los cafés más de moda de la ciudad, Burrito Triste e Industrial Café, es mucho más que una cara bonita y un estilo rompedor. Su historia es la de alguien que ha sabido encontrar su camino, sin importar las dificultades. Criado en una familia numerosa, con seis hermanas, desde pequeño se acostumbró a transformar la ropa que heredaba, creando piezas únicas que reflejaban su personalidad. "La ropa ayuda a la sociedad, a la política y a todo. Vistiendo expreso un poco de lo que soy, de lo que pienso", comentó con convicción.
Pero su estilo no es solo una cuestión de apariencia. Alex es un artista en el sentido más amplio de la palabra. Estudió arte dramático en el Instituto Alborán, donde comenzó a explorar su identidad y su expresión artística. Recuerda con cariño a su abuela, quien le compraba Barbies cuando era pequeño y nunca dudó en apoyarlo en su camino. A los 13 años, Alex se puso su primer top, un hito en su vida que marcó el inicio de su camino hacia la autoaceptación.
Alex habló sobre la importancia de la confianza en uno mismo. "Me considero que tengo tanto amor por mí mismo y confío tanto en lo que hago que me sale todo", dijo él. Me contó que, durante la pandemia, pasó por un momento difícil, pero que esos días oscuros le enseñaron a no dejarse caer nunca más. Ahora, con 24 años, trabaja en la hostelería, como imagen y relaciones públicas. "Hasta que conocí a mi jefe hace un año, nadie había visto en mí más que un camarero. Ahora, además, es mi manager, y acabo de lanzar mi primer tema como Hot Kala", añadió con orgullo.
Hot Kala, su proyecto musical, comenzó a gestarse hace seis meses en Holanda, donde Alex vivió y trabajó durante un tiempo. "Siempre he escrito desde pequeño, hacía historias que mi tutor me dejaba leer en clase", explicó. Ahora, su música es una extensión de su personalidad, influenciada por artistas como Nicky Minaj, Bad Gyal y La Zowi. Un estilo caótico y atrevido que promete perreo hasta el suelo.
El primer LP ya puede escucharse en todas las plataformas digitales. Un vídeo que ha tenido que superar las censura de Instagram y las críticas por enseñar los pezones. “Deberíamos de dejar de sexualizar el cuerpo femenino. En lugar de recibir todo ese odio porque yo pueda mostrar mis pezones por ser hombre”, dice él.
A pesar de las miradas y los comentarios que a veces recibe por su forma de vestir, Alex no se deja intimidar. "Paso por la calle como si fuera una pasarela", me dijo, riendo. Pero también confesó que hay momentos en los que se siente inseguro. Sin embargo, sigue adelante, fingiendo que no le importa, porque, como dijo Rihanna, "si no tienes confianza, finge que la tienes, porque nadie se dará cuenta”.
Su forma de vestir además es su manera de comunicar y moriría por ella. “Sin hablar de sexualidad o género fluido los niños que me ven se dan cuenta de que un hombre también puede llevar falda”, dice él.
Hablamos de todo, desde su amor por la moda hasta las dificultades que ha enfrentado por ser quien es. Hubo un tiempo en el que se cuestionó si era trans porque cuando vestía falda la gente lo trataba como mujer. "Amo mi cuerpo con todo lo que tiene", afirmó.
Y aunque a veces le hay costado insulto o el acceso a algún local de moda, él siempre encuentra la forma de ser aceptado. “Si pudiera ser más gay lo sería, es que me encanta, me molestaría mucho que me dijeran que parezco hetero”, dice Alex.
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