Tablas de surf de madera, artesanales, ecológicas y almerienses, Indiwood Boards

Iván y Antonio surfean las olas con las tablas que ellos han fabricado, como manda la tradición

Iván y Antonio.
Iván y Antonio. La Voz
Melanie Lupiáñez
18:57 • 20 sept. 2024

El surf es considerado por algunos el deporte más antiguo de la humanidad. Los primeros escritos sobre su práctica son del siglo XVI cuando Fray José llegó a las costas de Totora y dijo de los oriundos surfistas peruanos que eran “Neptunos que cortan las olas del mar”. Dos cientos años más tarde el explorador británico James Cook quedó fascinado con los surfistas hawaianos, que reservaban la actividad solo para la nobleza. El líder de la isla, Kahuna, utilizaba la mejor tabla construida con sus propias manos.



Antonio Pérez, almeriense que ha pasado toda su vida en el barrio de Los Ángeles, tiene ese aspecto de indonesio: corpulento y con una larga melena rizada. Se dedica a la peluquería canina, descubrió el surf hace más de 20 años en la playa de Los Genoveses donde también conoció a Iván. Entonces se enamoró no solo del deporte, sino también de su forma de vida. “Yo soy un romántico del surf, ¿Imaginas la sensación de meterte en el agua con una tabla que tú mismo has hecho? Cuando este deporte nació tú construías tu tabla con un árbol que tu abuelo había plantado”.



Iván Úbeda, madrileño que toda su vida ha veraneado en Almería, es la otra parte del equipo, apasiona del surf y la madera, mecánico de profesión. “Siempre me ha llamado la atención trabajar con madera, he construido muebles, y hacer una tabla es un proceso totalmente artesanal. Tienes que utilizar herramientas manuales porque si te pasas con la lija no hay vuelta atrás”. Cuando Iván viaja a Madrid a visitar a la familia pasa por una serrería muy antigua donde compra: cedro, ébano y otras maderas nobles para construir detalles únicos en sus tablas.



En realidad la aventura de estos dos amigos comenzó hace dos años cuando Antonio hizo un curso online de cómo hacer tablas de surf de madera. Antonio se encerró tres meses en el taller, El Clandestino como lo llaman los niños del barrio, y empezó a cepillar madera hasta que nació una tabla retro y tan resistente que antes que partirse, arrancó la baca de la furgoneta en un gálibo. Su fabricante cuenta lleno de orgullo y entre risas la anécdota. Y así se convirtió en sharper, como se llama en el argot a la un constructor de tablas.



Entonces Iván que veía a su amigo tan afanado también quiso hacerse su propia tabla y otra más para su hijo. Iván salía del taller donde trabaja e iba derecho a construir su longboard, una tabla más larga y estable, no mucho más pesada que las construidas con fibra. Además de que todas las resinas y materiales que utilizan son ecológicos, en respecto y armonía con la naturaleza, como manda el estilo de vida Surfer.



Para construir la tabla primero conforman un armazón, como la columna vertebral de un esqueleto, después sobrepone láminas muy finas de paulonia (una madera hidrófuga, ultraligera y que tarda 2 años en volver a crecer después de ser talada), también añaden capas de tela de lino y parafina en el núcleo para darle consistencia. Las quillas de la tabla pueden ser de madera o al capricho de cada uno, la válvula de despresurización aprovecha el detalle para enganchar el invento, la cuerda que sujeta la tabla al tobillo. Los residuos de la construcción los meten en un saco de papel y los utilizan para calentar la chimenea en invierno, un cliclo cerrado y ecológico. Por último el sello de su marca, Indiwood Board, un indalo cabalgando las olas, termina de darle el toque maestro a un producto artesanal, sostenible y almeriense 100%.



Iván y Antonio esperan retirarse fabricando tablas de surf, haciendo lo que les apasiona. Todas las tablas que han construido están disponibles en su cuenta de Instagram @indiwoodboards, también hay una de exhibición en la tienda Deportes Eolo.



Y para terminar con la historia del surf decir que es deporte olímpico desde los juegos de Tokio en 2020. Gracias al trabajo del nadador olímpico originario de Hawai, Duke Kahanamoku, que en los años 20 del siglo pasado organizó una serie de eventos para popularizar y extender este deporte viajando por Europa, Asia y Estados Unidos. Hasta que nació en los sesenta en California toda una cultura musical y cinematográfica alrededor de este deporte, se creó el primer trajo de neopreno y se tecnificaron las tablas para realizar trucos. Y todo un efecto bola de nieve para que Iván y Antonio le robaron una tabla de corcho a un niño, deslizaran por primera vez sobre una ola y dijeran: esto es lo mío.


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