La conexión almeriense de Ábalos

Carta del director

La conexión almeriense de Ábalos.
La conexión almeriense de Ábalos. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
21:07 • 19 oct. 2024

El 16 de abril de 2018 se cerró el censo del PSOE ante las primarias que se iban a celebrar unas semanas después y en las que sería elegida la candidatura a las municipales en la capital. Unos días antes y en apenas 72 horas 480 ciudadanos y ciudadanas de la capital vieron la luz y corrieron a afiliarse al partido. La fe socialista se extendió como un virus por determinados barrios de la capital.



Casi quinientas personas que, hasta entonces, habían permanecido en la acomodada oscuridad de la indiferencia, asumían la militancia con el fervor de quien vio en el PSOE a Dios y en Indalecio Gutiérrez a su profeta. Nunca antes, en ninguna agrupación, un secretario de Organización había conseguido una avalancha de militantes tan espectacular en el número y tan extraordinaria en el tiempo. José Luis Ábalos, entonces secretario de Organización, seguro que esa noche brindó con champán. Desde que el 18 de junio de 2017 había sido elevado a los altares de la Secretaría de Organización no había contemplado una multiplicación de militancia tan espectacular.



Y tan sospechosa. Por eso la dirección provincial decidió abrir una investigación que intentara buscar las causas de un aumento de militantes tan abrumador. La sospecha y los recortes de prensa que salieron informando de esa avalancha llegaron a Ferraz. Ábalos decidió que el mejor destino de todos esos interrogantes era la papelera.



Tres años después, el Guadiana menor de las afiliaciones masivas en la capital volvió a salir a la superficie. Después de tres años en los que ninguno de los 480 militantes que se habían afiliado en 2017 volvieran a pisar la sede, otros doscientos almerienses y de casi idénticos barrios volvieron a descubrir la fe socialista y se afiliaron. Si en 2018 las primarias eran para elegir el candidato o candidata en la capital, en 2021 lo que se decidía era entre Juan Espadas o Susana Díaz para ser candidatos a la Junta.






En el cómputo global de la provincia ganó Susana Díaz por 520 votos de diferencia; en la capital, en cambio, quien venció fue Espadas, con una ventaja de cien votos. La operación de afiliaciones masivas había sido un éxito. Como en el proceso de primarias de tres años antes, las sospechas acabaron en el mismo destino, la papelera, y quien decidió ignorarlas, el mismo secretario de Organización, José Luis Ábalos.



El ejercicio del clientelismo militante en el PSOE de la capital ha sido una práctica habitual desde casi el inicio de la vertebración del partido. Las familias, los barrios, los intereses trufados de recogidas de avales y apoyos para situar a un familiar en un puesto en las instituciones o en las listas han sido una constante.



En el espacio tribal de la política la adhesión inquebrantable siempre es inocente y el talento discrepante sospechoso. De ahí el nivel en el que han caído todos los partidos sin excepción, cada vez más construidos sobre una militancia interesada que sobre convicciones.


Ese endemismo, que es común en todos los partidos y que también se proyecta en los ciudadanos, ha tenido y tiene una larga tradición en la organización socialista de la capital, siempre dependiente en los momentos en los que hay que decidir de lo que opine Madrid.


Desde Alfonso Guerra hasta Cerdán, quienes han gestionado la organización siempre han influido de forma decisiva en las direcciones provinciales. Almería no iba a ser una excepción. Lo que sí puede considerarse una excepción a esa regla de decidir en Madrid lo que después se “decide” en la provincia, es el nivel de bochorno obsceno a que llegó Ábalos con su permisividad- o, quizá mejor, su aliento- a esas prácticas corruptas de las afiliaciones masivas que aparecen y desaparecen cuando hay que acudir a la sede a votar a un candidato o a una lista.


José Luis Ábalos ya ha desaparecido del escenario orgánico del PSOE, su pestilente actitud como ministro ha evidenciado una catadura moral tan obscena que quienes desde Almería tenían línea directa con él, ya lo han olvidado. Pero el pasado y los favores recibidos no los borra nadie.


Por eso sorprende que quienes entonces fueron sus aliados hoy todavía ocupen la primera línea en el escaparate precongresual y orgánico sin que nadie les haya pasado al cobro las facturas de sus corruptelas.


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