Vivimos a un ritmo tan acelerado que hemos terminado por normalizar el estrés e incorporarlo a nuestra rutina diaria, y eso tampoco es nada fuera de lo normal. El estrés es una respuesta fisiológica natural que prepara a nuestro cuerpo para hacer frente a nuevos desafíos. Es decir, nos prepara para la acción ante un estímulo que ejerce algún tipo de presión sobre nosotros.
En otras palabras, el estrés nos mantiene en alerta. Sin embargo, cuando esta activación se prolonga en el tiempo sin la existencia de una amenaza aparente es cuando comienzan los problemas y el estrés se convierte en una indeseada ansiedad, la cual puede derivar en otras complicaciones. "El estrés nos ayuda en cierta cantidad positiva, pero cuando se excede esa cantidad ya se vuelve perjudicial para el organismo", explica Antonio García Ríos, neuropsicólogo y sexólogo almeriense.
El grosor de la línea que separa al estrés de la ansiedad, por lo general depende de la persona en cuestión: "El estrés es algo muy subjetivo porque siempre va a depender de la percepción que tiene la persona, de la demanda del entorno, de su nivel de agitación y activación. Si yo a nivel interno no sé gestionar esto, para mí va a ser perjudicial. Entonces, a lo mejor hay personas que lo pueden gestionar y afrontarlo bien y otras personas no", cuenta el neuropsicólogo.
Del mismo modo que la gestión del estrés depende de una persona, también depende la capacidad de reconocer que padece ansiedad: "Hay personas que toman esta conciencia, que son capaces de decir "oye, estoy en una situación de ansiedad y esto a mi me está perjudicando en mi día a día, en mi vida en general", y otras personas que tienen dificultades para darse cuenta de que están en constante tensión", detalla Antonio García.
Sin embargo, este estado se puede detectar observando ciertos indicadores. La ansiedad se manifiesta de varias formas y los síntomas que indican que se ha cruzado la línea son, por lo general; la inquietud y la agitación mental, las cuales originan dificultad para concentrarse y un flujo de pensamientos constante; cambios físicos, que se traducen en dolores de cabeza, problemas digestivos, palpitaciones y falta de apetito; y problemas emocionales, que se reflejan en un continuo sentimiento de desesperanza y desasosiego.
Y es que además, según ha explicado el neuropsicólogo, sufrir ansiedad de una forma prolongada puede tener efectos más graves en el cuerpo. De hecho, puede derivar en el aumento de riesgo de enfermedades cardíacas, migrañas y problemas digestivos. "Hay estudios que verifican que hay neuronas dentro del estómago que están conectadas con el cerebro, entonces es cierto que cuando, por ejemplo, una situación nos genera bastante estrés como unos exámenes de la universidad, cuando tenemos que tomar una decisión importante o lo que sea que haga que los niveles de estrés suban, podemos sufrir problemas digestivos ya que, el estómago no hace bien su función", cuenta el neuropsicólogo.
En este sentido, existen varias estrategias que permiten regular esos niveles de tensión originados por el estrés. Una de ellas, la que se aplica con más frecuencia, es la respiración diafragmática, que consiste en una inhalación profunda por la nariz y exhalación por la boca, dirigiendo el aire al estómago en lugar de a los pulmones. Gracias a esta técnica se consigue calmar el sistema nervioso. Por otro lado, otra de las estrategias indicadas es la relajación muscular progresiva, por la cual se deben tensar y relajar distintos grupos musculares, comenzando por los pies y subiendo hasta la cabeza. Con ello, se consigue reducir la tensión física acumulada. Por último, Antonio García propone el Mindfulness, una técnica reciente que actualmente se encuentra en auge y que se centra en poner el foco en el presente. De este modo, practicar el mindfulness disminuye la ansiedad y promueve la relajación. Además, es muy recomendable la actividad física, desde caminar hasta practicar deportes ya que, ayuda a descargar la tensión muscular y reduce el estrés.
Asimismo, el neuropiscólogo afirma que hay momentos durante el día que pueden ser aprovechados para regular el estrés y prevenir la ansiedad. En este sentido, Antonio García recuerda que es igual de importante disfrutar de cualquier momento de tranquilidad y dedicar tiempo a estar en calma, sin presiones. Por otro lado, es fundamental aprovechar las actividades de ocio: "encuentra algo que disfrutes hacer, como leer, caminar o simplemente relajarte", explica.
Además, Antonio García incide en que uno debe ser consciente de sus niveles de estrés, identificar cuando el cuerpo está pidiendo un respiro, y actuar en consecuencia.
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