El asedio de Almería: el gran fracaso de la corona aragonesa

Su conquista representaba un paso crucial en las ambiciones de expansión territorial de Aragón

El rey Jaime II de Aragón.
El rey Jaime II de Aragón. La Voz
Tito Sánchez Núñez
19:58 • 24 nov. 2024

En el año 1309, Jaime II de Aragón emprendió una campaña militar contra el emirato de Granada con el objetivo de conquistar Almería, uno de sus puertos más estratégicos. Este enclave, fundamental para el comercio y el control del mar de Alborán y el estrecho de Gibraltar, ofrecía a Aragón la posibilidad de extender su influencia marítima y rivalizar con otras potencias como Castilla, los benimerines o las repúblicas italianas. La conquista de Almería no solo prometía ventajas económicas, sino que representaba un paso crucial en las ambiciones de expansión territorial de la corona aragonesa.



El ataque a Almería estuvo precedido por el tratado de Alcalá de Henares, firmado en 1308 entre Aragón y Castilla. Este acuerdo establecía una alianza para la conquista del emirato de Granada y la repartición de sus territorios. A Aragón se le asignaría una sexta parte, incluyendo Almería, mientras que Castilla recibiría el resto. Este reparto evidenciaba la preeminencia castellana en la región, pero también su necesidad de colaboración con Aragón para asegurar el éxito de la campaña.



El asedio de Almería comenzó en agosto de 1309. Las tropas aragonesas, que llegaron tanto por mar como por tierra a través de territorios castellanos, encontraron una férrea resistencia en la ciudad. Los defensores reforzaron las murallas y almacenaron víveres, preparándose para una larga contienda. Aunque Jaime II logró apoyo papal mediante una bula de cruzada, los avances fueron limitados. Intentos de asalto con escalas y torres de asedio en septiembre fracasaron, resultando en importantes bajas para los aragoneses.



A medida que el asedio se prolongaba, la situación se complicó para Aragón. El emir de Granada alcanzó acuerdos con los benimerines y empezaron a reforzar otros puntos estratégicos como Almería. Los refuerzos granadinos permitieron derrotar varios ataques aragoneses, y las difíciles condiciones logísticas comprometieron el abastecimiento del ejército sitiador. Además, la resistencia de Almería fue clave para frustrar los avances aragoneses.



El fracaso de los asaltos y la falta de provisiones llevaron a Jaime II a negociar una retirada en diciembre de 1309. Aunque evitó un desastre completo, la campaña marcó una derrota contundente para Aragón. Posteriormente, en 1310, se firmó la paz con el emirato granadino, poniendo fin a las ambiciones aragonesas en la península ibérica. Este revés supuso un giro en la política de expansión de la corona de Aragón, que redirigió sus esfuerzos hacia el Mediterráneo.



La derrota en Almería se considera uno de los mayores fracasos del reinado de Jaime II. A pesar de su preparación y las alianzas forjadas, las dificultades logísticas, la tenacidad de los defensores y los movimientos diplomáticos de Granada frustraron las aspiraciones aragonesas. Este episodio evidenció los límites de la expansión territorial aragonesa en la península y marcó el inicio de una nueva era de proyección marítima en el Mediterráneo.





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