El capo abandonó los muros de El Acebuche en 2006. Un alijo de hachís frustrado en las Islas Canarias, donde había trabajado con éxito desde finales de los 80, le condenó a pasar 6 años de internamiento en la cárcel de Almería. A su domicilio en Roquetas de Mar llegó con un puñado de proyectos curtidos en el penal y alimentado por una red de contactos con exportadores e importadores de alto nivel. Las leyes del comercio internacional aplicadas al transporte de la droga.
Según un informe de la Audiencia Nacional, que ha juzgado recientemente a la banda en un macroproceso celebrado en Madrid, el Capo de Roquetas se unió a un capo malagueño conocido como Tuercebotas y con virtudes muy apreciadas en la organización de grandes envíos, con relaciones con la mafia en Marruecos. Su suministrador era un magrebí apodado El Pulga, encargado de negociar directamente con los dueños del hachís y preparar los lotes. También había entablado relaciones con un narco de Lanzarote conocido como Mantecas, capaz de mover cantidades muy serias de cocaína y drogas de diseño. Así, ambos capos unían esfuerzos en un triángulo entre la costa andaluza, marroquí y canaria.
La banda mostró mecanismos similares a las empresas multinacionales. Uno de los empleados, natural de Valencia, era el auténtico especialista en este ampo. Según la investigación de la Guardia Civil, recogida por el tribunal, “era el que atendiìa las necesidades diarias y básicas de la persona o personas para las que trabajase”. Compraba billetes, buscaba embarcaciones, alquilaba vehículos, guardaba las furgonetas, seleccionaba almacenes y pisos franco. Era el experto en logística, habilidoso y práctico. Sus tareas llegaban incluso hasta el manejo contable y los ingresos de dinero en dos cuentas bancarias asociadas al Capo de Roquetas de Mar y su socio. Los agentes relatan cómo buscaba a indigentes y turistas a los que “robar” sus datos para dar de alta teléfonos móviles usados luego por la organización.
La diversificación El negocio funcionaba. Sin embargo, el Capo de Roquetas de Mar decidió dar el gran salto. En marzo de 2010, aprovechando la tupida red de conexiones del hachís, inició las gestiones para envíos de cocaína comprada a los productores colombianos, representados por un narco apodado Zanagollas. Era el mayor proyecto de narcotráfico a su alcance, la posibilidad de multiplicar beneficios en poco tiempo. Pero para ello requería inversores, personas interesadas en aportar millones de euros, pago a los colombianos y garantías. No fue fácil y, tras varios intentos fallidos. El Capo de Roquetas tiró de su amigo Tuercebotas.
Tuercebotas accedió. Tenía una idea en la cabeza, ofrecer a los poderosos mafiosos marroquíes una parte del pastel a cambio de liquidez. El Pulga se ocupó de la negociación y éstos adquirieron un 50 por ciento de una “compañía” en plena fase de ampliación de capital. La droga convertía entonces el tráfico más rudimentario en una operaciones financiera de primer nivel, de préstamos, compromisos de pago, enormes beneficios y, en ocasiones, cláusulas abusivas. El plan estaba en marcha. Desde una vivienda de Roquetas de Mar el traficante había conseguido unir a productores de hachís en Marruecos y cocaína en Colombia con una estructura de transporte y distribución que acabaría repartiendo papelinas por toda Europa.
Caza El 4 de abril de 2010 el Capo de Roquetas, Tuercebotas y un socio llamado Mangatoros viajaron a Colombia para verse con Zanagollas y realizar el pago al cártel de la primera mitad de dinero. La máquina comenzaba a rodar. Un mes después el almeriense se trasladó a Ámsterdam (Holanda) para recibir la mitad restante entregada por un emisario de la mafia marroquí. Hecho. El 28 de junio de 2010 un velero partió finalmente desde un punto desconocido de la costa de Colombia con 2,3 toneladas de cocaína (pureza del 60 por ciento). El transbordo se realizó en alta mar, en aguas internacionales, frente a Mauritania.
La noche del 28 de junio, un buque de Aduanas abordó un velero español, el Lulú, en el Atlántico. A bordo navegaba Mangatoros. En la bodega se escondían 93 fardos con 25 tabletas de cocaína cada uno. El valor en el mercado superaba los 62 millones.
La Guardia Civil registró la casa del Capo de Roquetas de Mar unas horas más tarde. Corría el 29 de junio de 2010. Entre sus documentos encontraron una relación de mapas de Marruecos y las Islas Canarias, y un pasaporte con sellos de Colombia y Venezuela con fechas entre 2005 y 2010. La Audiencia Nacional juzgó a los traficantes el pasado mes de junio. El roquetero cumplirá 18 años y seis meses de prisión. Su socio malagueño, Tuercebotas, 11 años.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/68214/el-narco-de-colombia-y-roquetas