El informe toxicológico de los forenses ratifica la versión que desde un principio mantenía la Guardia Civil: que la pequeña Lucía Vivar, de tres años, murió a casi cuatro kilómetros de la estación de tren de Pizarra por un accidente.
Según informa la Cadena SER, el cuerpo de la niña no presentaba restos de haber sido agredido sexualmente, ni restos de alcohol o drogas o de ADN masculino, todo ello descartaría la implicación de terceras personas y que, por tanto, el suceso hubiese sido un crimen. Es el resultado que arroja el análisis a los restos biológicos que se han realizado en el Instituto de Toxicología de Sevilla.
El informe, complementario a la autopsia inicial que se le practicó a la niña, fija la hora de la muerte entre las cinco y las siete de la mañana.
La declaración del maquinista del tren que halló el cadáver detalla que en el primer trayecto del día, entre Málaga y Álora a las seis de la mañana, detectó un "bulto oscuro pegado a la vía" en la curva tras pasar por la estación de Pizarra. Pensó que era un animal y no fue hasta las 6.35 de la mañana cuando le advirtieron -por el sistema de comunicación interno de los maquinistas- que redujera la velocidad a su paso por la estación porque había personas cerca de las vías.
A su regreso de Álora hacia Málaga fue cuando recordó ese bulto. Con la luz del amanecer detectó algo de ropa; frenó el tren pero no pudo evitar pasar por encima. Bajó del Cercanías y descubrió que era la niña que había desaparecido a medianoche.
El maquinista, durante el tiempo que estuvo esperando la llegada de la Guardia Civil, asegura que vió pasar una furgoneta de color gris, sin anagrama, que cruzó las vías por un paso inferior -tal como avanzó este lunes Interviu-.
La familia ha pedido, a través de su portavoz, que se no se descarte ninguna hipótesis de la investigación del caso.
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