Un cocinero de la tierra, un chef de la nueva escuela almeriense en los fogones, acaba de obtener nombradía a través del restaurante húngaro en el que trabaja como jefe de cocina.
Fran Gómez (Adra-1987), fue contratado hace un año por un empresario maltés para que gobernara la carta de platos del restaurante Caviar and Bull Budapest, con el objetivo de situarlo en la órbita de la estrella Michelín. “Hemos arrancado bien, estamos en la senda, nos hemos colocado en el número uno de Tripadvisor categoría Fine dining y hemos conseguido el galardón revelación de Michelin, no podíamos esperar más”, aseguraba ayer orgulloso al otro lado del teléfono, a miles de kilómetros de su tierra natal.
La aún corta historia de Fran es la de un muchacho con resabios en el gremio: su abuela regentaba la panadería y pastelería de Manuel el Camello, en Puente del Río (Adra) y su madre fue cocinera de varios hoteles de la zona, junto a sus tíos y sus primos. De casta le viene, por tanto, al galgo y siendo aún muy joven se fue a estudiar al hotel escuela Reina Cristina de Algeciras, donde obtuvo la titulación de Jefe de Cocina con alta calificación. Eso le hizo merecedor de una beca en el Old Wing Hotel de Londres.
A su vuelta a Almería, trabajó en el Gran Hotel y como jefe de cocina del Grupo Lamarca. Con un cierto bagaje ya en la mochila, aterrizó en el Futbol Club Barcelona, donde fue seleccionado como chef del club. Fran era en esa época el encargado de las cocinas, de los planes de alimentación de todos los equipos del club, con una plantilla de 19 cocineros. A pesar de elegir los menús de Leo Messi o Andrés Iniesta- en los que colaba algún que otro tomate Raf o aceite de Canjáyar- eso nunca hizo mella en su corazón merengue.
Tras su etapa en Can Barça, decidió montar su propio negocio: un servicio de catering, en la Finca de la Tortuga Mora de Níjar, con el que se encargó de cubrir eventos como la comida inaugural de un resort Meliá en Cabo Verde.
En ese tiempo regentó también el bar Foody Allen, en la calle Jovellanos de Almería, con el que ganó cinco premio en la Ruta de la Tapa de 2017.
Casado con una húngara, sus sueños están ahora en la tierra del huno Atila, en ese fogón de lujo en el barrio de Pest, junto a las brumosas aguas del Danubio. “Pero no descartó volver a mi tierra, mientras tanto, aquí procuro hacer una mezcla entre comida mediterránea y magiar e introducir guiños almerienses como confituras de Raf del Grupo Caparrós”. El próximo reto del nieto de la panadera de Adra es abrir un nuevo restaurante de la cadena en Londres.
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