AzuLinehotels, una compañía hotelera con sede en Ibiza, es la nueva propietaria de La Envía Golf, el primer hotel de cinco estrellas que se construyó en Almería hace quince años. La operación de compraventa se ha cerrado esta misma semana entre la cooperativa de crédito Cajamar, que desde 2010 atesoraba este complejo y la cadena balear que suma así 19 establecimientos.
Cajamar tomó el control sobre La Envía Golf en 2010, cuando el grupo inmobiliario Aguamar fue absorbido por Cimenta2, inmobiliaria creada por la entidad financiera para gestionar y poner en el mercado la cartera de inmuebles heredados de la crisis inmobiliaria. Desde entonces ha gestionado el hotel hasta encontrar una oferta sólida como la que se ha cerrado esta semana ante notario en Ibiza. El hotel, sobre el promontorio de La Envía, en Vícar, cuenta con un centro de Spa de 5.000 metros y un campo de golf de 18 hoyos sobre una parcela de 36 hectáreas.
La cadena AzuLine, presidida por José Antonio Cachón, ha confirmado que le hotel seguirá siendo operado bajo la marca independiente de Hotel Envía Almería Spa&Golf , como complemento de su oferta insular.
La cadena ha transmitido también su conocimiento de “lo emblemático que resulta este recinto turístico para toda la población almerinense, por eso que queremos contribuir a obtener la excelencia del hotel, garantizando un servicio de cinco estrellas junto al gran equipo humano que hemos encontrado”.
El último director del hotel, hasta hace unos meses que fue relevado por jubilación por uno interino por parte de Cajamar, fue Lázaro López, copropietario también del Hotel Catedral.
La sociedad La Envía fue constituida en 1989 por el empresario almeriense Francisco Mendoza Montero para la promoción de un complejo turístico y residencial, de la que fue presidente y consejero delegado. Cuatro años más tarde, en 1993, se inauguró el campo de golf, del que fue gerente junto al resto de instalaciones José Luis Carrión, actual presidente del Grupo Carrida.
El Hotel se construyó en 2004 promovido por la sociedad de Mendoza e inicialmente fue gestionado por la compañía Barceló y más tarde por Aguamar, Hoteles Playa y por último Vincci Hoteles, antes de tomar las riendas del negocio la propia cooperativa de crédito almeriense.
Desde entonces, el hotel siempre ha estado a la venta a la espera de una oferta sólida como la que se acaba de rubricar. Hasta ahora, ha salido adelante con sus instalaciones deportivas y de spa, amparado sobre todo en su marchamo de hotel para grandes celebraciones sociales.
Almería, vía para entrar en la península
AzuLinehotels es una cadena ibicenca con más de 25 años de experiencia en el sector turístico de Baleares, donce cuenta con dos campos de golf y 18 hoteles y apartamentos en Ibiza, Mallorca y Menorca. Suma una plantilla de más de 1.000 trabajadores, siendo una de las principales cadenas hoteleras en Baleares, recibiendo en sus instalaciones cerca de un millón de huéspedes anuales. Con esta inversión, la familia Cachón da el primer salto a la Península.
El sueño de Francisco Mendoza
El proyecto de construcción de un campo de golf y un minicomplejo turístico en La Envía de Vícar, en ese paraje de media montaña en el camino a Enix, fue presentado a finales de 1992. Era en ese tiempo en los que aún estaban encendidas las ascuas de ese año pletórico y todas las autoridades del momento se dieron cita para enterarse de qué era lo que se iba a hacer allí, entre esos riscos deshabitados. Era gerente José Luis Carrión y presidente Francisco Mendoza y todo tenía una pinta exquisita, como una urbanización de lujo para residentes de todos los países de europa. Aún no era alcalde, aunque cueste trabajo creerlo, Antonio Bonilla, sino su antecesor Angel Fernández Galdeano.
El proyecto del emprendedor Mendoza cambió el paisaje, dio riqueza a la zona con una inversión de más de 5.000 millones de las antiguas pesetas. Ahora es ya una entidad de conservación plácida en medio de esas montañas, pero la sensación es que le ha faltado la última mecha, la del empujón definitivo.
Un lugar donde hallar la pax romana
El ideario almeriense tiende a identificar el lujo con grandes ciudades como Londres o Nueva York; con míticos hoteles literarios como el Savoy o el Plaza, en cuyos salones brillaban, a través de la imaginación por las páginas leídas, la gomina de los caballeros y las sonrisas nacaradas de las damas. Almería, con altibajos, también tiene un hotel de esos que frecuentan las películas y las novelas de entreguerras, casi desconocido, aislado como un anacoreta, en las faldas de la Sierra de Gádor, solo a 15 kilómetros del Kiosko Amalia.
Allí emerge desde hace quince años, junto al color de la tierra, el Hotel La Envía, como un promontorio frente al mar latino, frente a la vieja bahía de Bayyana. Uno saluda al botones de color de la puerta y entra en un elegante cinco estrellas presidido por una descomunal escalera renacentista de piedra natural; en el centro de la estancia un piano de cola y una librería de roble que guarda obras de Petrarca, de Dante, de Quevedo.
En La Envía, como en todos los hoteles plácidos del mundo, hubiera podido escribir Conrad El corazón de las tinieblas, pero nunca se hubiera caído Sinatra del taburete del bar tras su séptimo dry martini, porque nunca se habría hospedado en un sitio tan reposado.
Amanece uno en sus habitaciones con el canto del cuco, o de la perdiz quizá, y estira los brazos mirando al cielo limpio y al horizonte de casas californianas que perimetran un campo de golf majestuoso. En el bar cafetería, entre licores, resplandece un placa grabada con el apellido Murfield, quizá en honor a algún ilustre británico que visitó estos parajes, como antes lo hicieron Pedro Antonio de Alarcón o Gerald Brenan, a lomos de caballería.
La Envía es un mar platónico de tranquilidad, cimbreado entre esbeltas palmeras donde liberarse de las pasiones mundanas. A diez minutos de las refriegas cotidianas de Almería, de la ira, de la lucha barojiana por la vida, está esta inmensa estancia de cinco estrellas, como un galeón varado enmedio del ocre de las breñas, entre el verdor del campo de golf y junto a un spa inspirado en las termas de Adriano, entre burbujas tibias, donde se puede hallar la verdadera pax romana.
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