La llegada de la variante ómicron, ya bien asentada en todos los rincones del mundo y de España, vino sin avisar condicionando todo a su paso, y aunque ha afectado a todos los gremios y sectores posibles, una vez más el batacazo ha sido para la hostelería, constante en la reinvención y en la lucha por mantenerse en pie.
El sector hostelero ya no sabe cómo abandonar el pesimismo a un lado, aunque sigue resistiendo. Así lo explica el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Almería, Pedro Sánchez-Fortún, quien afirma que "el balance ha sido positivo si tenemos en cuenta el año 2020, porque no ha habido restricciones ni de aforo ni horarias, salvo el pasaporte, por lo que diríamos que positivo".
Sin embargo, cada año va sumando y es susceptible de servir de comparación: "si tenemos en cuenta el año anterior a la pandemia, hemos tenido una disminución de casi un 30% de ventas respecto a 2019, por lo que estamos lejos de recuperar la normalidad".
Es inevitable afirmar que todos apostaban por una Navidad como 'antaño', valga la expresión, porque la sensación es repetida, a veces hace mucho que confinaron al país a todos aquel marzo de 2020 y otras bien poco, porque dos años depende para qué es un pequeño o mayor periodo de tiempo.
"Es cierto que todos pensábamos al principio que iba a ser una Navidad muy buena, donde la primera quincena de diciembre fue bien, pero cuando empezó a incrementarse la incidencia, la gente empezó a echarse para atrás, muchas cancelaciones especialmente de mesas grandes, más de un 25%", trasladaba Sánchez-Fortún.
Y con la incesante llegada de ómicron, aquellos miedos que parecían haber sido olvidados, se recuperaron de forma inminente: "la gente ha vuelto a cogerle miedo a los interiores de los bares y querer estar en las terrazas, pero dentro de eso, estamos mejor que en 2020".
¿Únicamente pérdidas económicas?
El hecho objetivo no es solo una reducción de ventas o consumo, sino el aumento de los costes de producción como ha sido la luz, el gas, la previsión de alimentos y bebidas de cara a las comidas y cenas de empresas, y cómo no, el aumento de personal para poder respetar todas las medidas y poder hacer del establecimiento un lugar seguro.
En cualquier caso, desde ASHAL aventuraban una Navidad mucho mejor que la de 2019, pero al final la pandemia les ha arrebatado esperanza alguna. "El sector se va recuperando pero es una herida abierta que cuando parece que va mejorando, se vuelve a abrir, y volver a la normalidad es complicado", explica el presidente de ASHAL.
No es esta última Navidad la que ha llevado a sumar más pérdidas, sino que el sector hostelero lleva acumulado dos años de pesadilla intentando mantenerse en pie a pesar de la incertidumbre que esta desdichada pandemia trae a su paso.
Muchos negocios necesitaban esta Navidad para ir haciendo frente a los meses venideros y anteriores a la Semana Santa y que, desgraciadamente, otro año más no a podido ser, aunque están a la espera del siguiente periodo vacacional.
A esto se suma, según explicaba el presidente de ASHAL, "el pago de los ICO, que será en marzo o abril, que también es una losa muy importante para el sector, que tuvo que solicitarlos para pagar las facturas que tenía pendientes en la pandemia. Entonces habrá que ver quién puede sostenerlo: el aumento de costes, una Navidad mala y el pago de los ICO".
Aunque aún se desconoce cuáles son las empresas que podrán seguir sosteniendo esta situación, se espera que el primer semestre no sea tan malo como se augura ya por defecto, si así lo permite el pesimismo que se ha apoderado de nosotros.
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